La encopresis es trastorno que se manifiesta por la persistente eliminación voluntaria e involuntaria de heces de consistencia normal o casi normal, en ambientes no adecuados, según el entorno sociocultural del individuo. Es, por tanto, un acto de defecación involuntaria que no se puede atribuir directamente a una enfermedad orgánica. Más claramente, encopresis es “la perturbación en la regulación de la evacuación intestinal”.
Para realizar el diagnóstico, hemos de eliminar antes la existencia de alguna causa orgánica como: diarrea, megacolon, colon irritable, etc. Cuando se conoce la causa somática que produce el trastorno, se le denomina incontinencia fecal o encopresis orgánica.
Diferentes clases
La edad en que el niño suele haber controlado los esfínteres en nuestro medio sociocultural es hacia los tres o cuatro años, como sucede con la enuresis. Por eso, es a partir de esta edad cuando, si el niño no controla todavía los esfínteres, podemos hablar de encopresis funcional.
Se distingue entre encopresis diurna (durante el día), que es la más frecuente, nocturna y mixta. También hay que distinguir entre encopresis primaria o continua cuando el niño no logró jamás el control de esfínteres. Se atribuye a una inmadurez funcional que impide la adquisición de los hábitos de limpieza normales.
La encopresis discontinua, que es la que padecen aquellos niños que habían logrado el control de los esfínteres y luego lo perdieron.
La encopresis asociada, cuando va unida a otros síntomas psicopatológicos como: enuresis, coprofilia (jugar con las heces y untar otros objetos o untarse a sí mismo con ellas), oposicionismo, trastornos emocionales y conductas antisociales.
En cuanto a la incidencia de la encopresis: es menos frecuente que la enuresis (entre un 1 y un 3% de la población total). Se da más en niños que en niñas y hay mayor incidencia en las clases socioeconómicas más bajas así como en los deficientes profundos. En estos últimos es de tipo orgánico y va asociada a otras alteraciones.
Causas principales
La encopresis parece estar relacionada con situaciones de estrés, ansiedad, falta de ajuste escolar, familiar o social. Los rasgos psicológicos más comunes y característicos del sujeto encoprético son: pasividad, baja tolerancia a la frustración, inmadurez afectiva, agresividad inhibida, etc.
Como ocurre con la enuresis, debemos distinguir entre el control del acto mismo de la defecación una vez que se ha iniciado (en cualquier punto de la secuencia desde la ingestión del alimento) y la falta de respuesta ante determinadas señales situacionales.
1. Control del acto de defecación: Cuando se está entretenido haciendo cualquier cosa y se siente necesidad de defecar, si no se presta atención a esas sensaciones naturales y se acude al baño, con el tiempo, esas sensaciones se pierden por no hacerles caso. Llega un momento en que el recto pierde el control muscular y se produce una defecación desbordada y abundante. Si se repite con cierta frecuencia se llama encopresis. Es el mismo intestino quien se acomoda a la retención de las heces a través del ensanchamiento que comienza sobre el esfínter anal y conduce al estado conocido como megacolon.
2. Causas externas de la encopresis Si la madre no acostumbra desde un principio al niño a defecar, animándolo a hacerlo en el baño y cuando note las sensaciones naturales de hacerlo en ese momento, se produce la encopresis continua. Si la madre es agobiante y siempre muestra su preocupación al niño por el tema de la defecación y él lo llega a percibir se produce encopresis discontinua. Para el niño normal, la eliminación intestinal es fundamentalmente agradable, pero la madre forma al niño en un grado de aversión suficiente y la defecación la realiza sólo en el lugar apropiado.
Las madres de los encopréticos o bien son demasiado flexibles en sus métodos de entrenamiento, de manera que la defecación sigue siendo una actividad agradable sin un mínimo de aversión necesaria, o son demasiado coercitivas, de manera que el acto de defecar se asocia siempre a un gran disgusto.
Hay, por tanto, dos tipos de encopresis resultantes de entrenamientos demasiado laxos y permisivos o también de entrenamientos demasiado severos.
Parece bastante claro que el logro de la continencia fecal es una habilidad compleja en la que intervienen la relación madre-hijo, la capacidad de responder ante las señales naturales, tanto por parte de la madre como del niño, consistencia del entrenamiento, etc.
Terapia a seguir
Una técnica muy utilizada es la del condicionamiento operante. Consiste fundamentalmente en una serie gradual de sesiones de entrenamiento recompensando la eliminación de las heces en el lugar y momento más apropiados.
Al principio se les coloca en el sanitario alrededor de cuatro veces al día con diversas recompensas por la ejecución adecuada.
Después se hace un cambio en el sentido de autocontrol y se le pide al sujeto que sea él mismo el que vaya al sanitario y se le recompensa por ello. Debe hacerse un registro cuidadoso y cuantitativo de la incontinencia y de la defecación adecuada.
También se utiliza el castigo (consecuencias negativas asociadas a la defecación en lugares o momentos inaceptables), por ejemplo, lavando él mismo la propia ropa que acaba de ensuciar o aislándole durante unos minutos. El castigo se utiliza combinándolo con refuerzos positivos de conductas deseadas.
Son aconsejables también los entrenamientos en la limpieza con práctica positiva y empleando modelos de conducta adecuada, que sean atractivos para el niño y que él considere fáciles de imitar.
Los padres y educadores deben tener en cuenta los problemas de baja autoestima, sentimientos de ridículo y vergüenza y retraimiento social que caracterizan al niño encoprético. En el proceso de aprendizaje del control intestinal es de capital importancia la función que desempeña la madre y el tipo de relaciones y exigencias establecidas de antemano con el medio ambiente.
La base del tratamiento, además de lo dicho, es controlar que el niño no obtenga beneficios secundarios por su conducta, como mayor atención de sus padres, mimos, regalos y atenciones.
1 comentario:
Hola,
Soy Mertxe, y soy Psicóloga infantil. A menudo leo vuestros comentarios porque siempre puedes aprender cosas interesantes!
Quería haceros una consulta. Quizás existe, o ya lo habéis comentado, pero yo no he sabido encontrarlo. ¿Conocéis algún cuento o libro infantil que trate sobre este problema?
Muchas gracias y felicidades por el blog!!
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