CONTRA EL ACOSO ESCOLAR
INFORMACION PARA ALUMNOS
INTRODUCCIÓN
Todos
queremos sentirnos a gusto con nuestros amigos y compañeros del colegio, pero
no todos podemos conseguirlo siempre.
En
este artículo tratamos situaciones que viven algunos chicos y chicas en la
escuela. Nos interesa destacar las situaciones en las que alguien se mete con
otro compañero de forma continuada, le ofende y acosa, pudiendo llegar a
agredirle físicamente o simplemente a ignorarle, hacer como que no existe, que
no vale la pena relacionarse con él o ella. En todo caso la intención es la de
hacerle daño y quedar por encima de esa persona. A veces, después de que un
chico/a o un grupo comienza a meterse con otro/a, los demás de la misma clase o
de clases cercanas también se meten con él/ella y, al final, esa persona se ve
aislada y rechazada por todos. En otras ocasiones puede ocurrir que alguien,
sin razón alguna, le diga a otro “a
la salida te espero” o “si
no me traes dinero mañana, te vas a enterar”. Algunos chicos pueden
llegar a ser terriblemente dañinos para sus compañeros y ocasionarles miedo a
costa de burlarse de ellos y maltratarlos.
Sobre
estas cosas cuestiones queremos reflexionar en esta web, planteándote preguntas
para ver cómo las vives y sientes.
HABLANDO DEL MALTRATO ENTRE COMPAÑEROS
A
menudo los que están siendo acosados, aquellos con los que se meten y de los
que se ríen otros, se sienten tristes, tienen miedo y no cuentan lo que les
pasa a nadie. El
maltrato se alimenta con el silencio de todos: de los que lo hacen, de quien lo
padece, y de quien lo ve y no lo remedia. Se sabe que la única
forma de parar el maltrato entre compañeros es dando a conocer los hechos y los
sentimientos y hablando entre todos sobre lo que está ocurriendo. Si se
comunica, es más fácil que alguien nos pueda ayudar y nos facilite ideas para
detener la agresión. Si los hechos se hacen públicos, el que se mete con otro
tiene que dejar de hacerlo y dar cuenta de sus hechos. No debemos creer que decir la verdad
acerca de nuestra indefensión y nuestras preocupaciones es de cobardes. Todo lo
contrario: el cobarde es aquél que se ampara en la amenaza y que no da la cara.
Recuerda: El
maltrato entre compañeros tiene que ser comunicado a otras personas que no
estén involucradas. No hay que dejar que el silencio lo aumente y dé pie al
agresor a abusar con más intensidad.
DESCRIBIENDO EL MALTRATO ENTRE COMPAÑEROS
Las
relaciones de maltrato
se dan cuando alguien
hace daño a otra persona de forma repetida. Así cree hacerse
fuerte a los ojos de los demás. Se quiere demostrar que se es importante.
Hay
muchas formas diferentes de meterse con un compañero y maltratarlo:
- lograr que el compañero maltratado haga cosas que no quiere hacer y que le pueden traer problemas;
- exigirle dinero;
- hacerle el vacío, consiguiendo que los demás tampoco se relacionen con él o ella;
- insultarle, ponerle motes, burlarse, reírse de él;
- sembrar rumores, bulos; chismorrear;
- amenazarle verbalmente o por escrito (notas, mensajes en el móvil, ...);
- darle empujones, collejas, pelearse o pegarle.
Cuando
un niño o adolescente está siendo acosado, sufre varias de estas situaciones
sucesivamente o a la vez, y suele ser un grupo de compañeros el que maltrata,
aunque a veces sólo lo hace uno. En ocasiones el chico o chica con el que se meten los demás puede
llegar a pensar que tiene la culpa de lo que le ocurre. Puede
sentirse tan triste y decepcionado de sus malas relaciones con sus compañeros
que tendrá problemas para concentrarse y su rendimiento académico bajará;
incluso puede caer en una depresión. En todo caso, su situación personal se
convierte en algo que a nadie le gustaría sufrir, y nadie debería sufrirlo.
Los
agresores cada vez se sienten más fuertes, se creen más populares y se ven
poderosos, pues se les tiene miedo. Su falta de respeto por los otros y su
intolerancia hacen que le vayan perdiendo el respeto a más gente, pudiendo
llegar a convertirse en los matones de la clase, a los que se les tiene miedo y
con los que -en el fondo- nadie quiere estar.
Recuerda: En las
situaciones de maltrato hay una persona que se siente acosada y maltratada por
otro (u otros). El maltratador se hace el fuerte y obtiene poder ante los
demás. A pesar de ello, una persona que actúa así -con desprecio y falta de
respeto hacia otro- realmente no es valorada, respetada o admirada sino temida.
Lo único que conseguirá será el miedo de los demás, no su respeto.
“SE METEN CONMIGO MÁS QUE CON OTROS COMPAÑEROS; ME GUSTARÍA HACER ALGO”
Algunos
chicos y chicas creen que, cuando se meten con ellos, lo mejor es callarse y pasar desapercibido,
pero eso a menudo agrava
la situación. Tampoco hay que ir por el mundo desafiando a
aquellos que nos gastan una broma o que se meten un poco con nosotros. A veces
es mejor evitar una situación que nos pueda resultar difícil. Pero: cuando de forma continuada se metan
mucho contigo, o con un compañero, debes recordar lo
siguiente:
Cuéntaselo
a alguien: a un amigo, un profesor, a
tus padres, o pide ayuda a PROTEGELES a través de esta Línea de Ayuda.
Tú solo posiblemente
no puedas hacer frente a un acoso reiterado de un grupo de compañeros. No es ninguna vergüenza pedir ayuda.
Hazlo y te escucharemos.
Busca
protección en otros compañeros: no
andes solo/a; busca amigos/as con quien relacionarte.
Respétate
a ti mismo/a y piensa que nadie tiene
derecho a tratarte mal de forma reiterada y con intención de hacerte daño. Sé
firme en la convicción de que tú
vales tanto como cualquier otra persona.
Intenta
no mostrar miedo. En cuanto puedas, expresa
tus sentimientos a alguien en quien puedas confiar y que pueda ayudarte a
buscar soluciones.
Hazle
saber al profesor Tutor lo que te pasa y que te gustaría que se hablara de la
convivencia en tu grupo clase, sin tener que centrarse en tu problema
en particular.
Revisa
si hay algunas cosas de las que dices o haces que irrita a tus compañeros o no
suele gustarles e intenta
cambiarlas. Practica otras formas de responder en esas situaciones
concretas.
Pide
cuanto antes ayuda y orientación a PROTEGELES:
contacto@protegeles.com
“ALGUNOS COMPAÑEROS ME VEN
DIFERENTE (porque soy de otra raza, país, religión o bien soy diferente
físicamente: más gordo, más bajo, más alto, visto diferente,...).
SIENTO QUE SOY CULPABLE DE ALGO, ¿QUÉ ME PASA?”
Cada
persona es diferente a las demás y eso es bueno. Cada cual es como es y eso nos
hace único y valioso. Incluso dentro de un mismo grupo, de una misma clase
social o de una misma raza nadie es igual a otro. Todos somos diferentes y ahí
eso enriquece a la
Humanidad.
No
creas que el problema lo tienes tú, sino al revés: el problema lo tienen
aquellos que se creen superiores. Muchas veces nos encontramos con personas
intransigentes que sólo aceptan a los que son como ellos. Los que te tratan mal
por tu diferencia están encerrados en visiones muy parciales de la realidad: su
mundo es muy pequeño, no existe más que en sus mentes.
Las
modas pasan, pero las personas perduran. Toda persona tiene derecho a su
dignidad personal y ningún compañero o compañera debe ofender a otro o meterse
con él por estos signos externos o por su diferencia de raza, religión o
cultura. Si algún compañero se mete contigo por tu raza, tu apariencia física o
tu forma de vestir, no le prestes atención. Si continúa metiéndose, házselo
saber a tu profesor Tutor para tratar el tema en la clase de Tutoría.
Recuerda: Cada
individuo es único y valioso. La intolerancia y el racismo son también formas
de maltrato entre compañeros. No permitas que tu dignidad personal se vea
atacada por estas causas, ni ofendas a nadie por sus valores culturales o
religiosos. Todas las personas somos diferentes y nuestros rasgos físicos,
forma de vestir o gustos deben ser respetados por todos.
¿Tienes
algún amigo o amiga que sea diferente a ti?
¿Conoces
algún caso de racismo, con motes racistas o burlas ofensivas, que se estén
dando en tu entorno? En caso afirmativo, ¿qué has hecho al respecto?
¿Sufres
tú algún acoso a causa de tus gustos, cultura, religión o aspecto físico?
¿Has
comentado este tipo de hechos en algún momento en tu clase con el profesor
Tutor?
“ME GUSTARÍA DECÍRSELO A MIS PADRES O AL PROFESOR, PERO NO SÉ CÓMO HACERLO”
Muchos
chicos querrían hablar de los problemas que están sufriendo o que están viendo
que sufren otros, pero no se atreven a hacerlo, ni ven el momento adecuado para
ello. A veces ni siquiera se atreven a comentarlo con otro compañero, aunque
sea su amigo. Les da vergüenza y les duele tener que reconocer que están en una
situación de indefensión que refleja debilidad ante alguien que se ha erigido
como poderoso. Sin embargo es necesario que el maltrato salga a la luz. Es la
única forma de que paren las agresiones.
En
ocasiones en el maltrato no se ha producido ninguna agresión física, sino que
el temor nace de una amenaza velada o indirecta, como por ejemplo a través del
teléfono móvil o internet, y no se puede determinar con exactitud quién está
detrás de ella. Por eso no se sabe cómo explicarlo. Aún así, es necesario que
se cuente, que se hable de ello y que se ayude, tanto al que arremete contra
otro como al agredido. Piensa que es muy posible que el agresor necesite
contarlo tanto o más que tú, pues necesita aprender a dejar de actuar así con
los demás.
Pero,
si no sabes cómo contarlo a un adulto o tienes miedo a que te tachen de
“chivato”, piensa que no hay ninguna justificación para que sigas sufriendo tú
o un compañero, y que los conflictos hay que abordarlos para que se resuelvan.
Por ello te sugerimos:
- No esperes hasta que el nivel de daño u hostigamiento te haya causado mucho miedo o malestar. Actúa en cuanto sientas que se están pasando contigo, que cada vez son más personas las que te maltratan o lo hacen con más frecuencia o intensidad. Actúa cuanto antes.
- Decide a qué adulto o compañero le quieres contar tu problema Busca un momento tranquilo en el que puedas hablar con sinceridad para expresar lo que te pasa. Le debes contar los hechos, tus emociones (lo que sientes, tus inquietudes, tus miedos,...), tus deseos,... y solicitar ayuda.
- Pídele que sea discreto, que no vaya contando a cualquiera lo que te está pasando y que te ayude a trazar un plan para detener el maltrato.
- Confía en que, en realidad, casi todo el mundo piensa que no está bien que un compañero sufra por la agresión de otro. Tendrás muchos más apoyos de los que esperas. Cree en ti y en los demás.
Recuerda: Comunica
las situaciones de maltrato cuanto antes. Escoge una persona de tu confianza y
cuéntale cómo te sientes, qué está ocurriendo, tus inquietudes o miedos y lo
que quieras que ocurra para que paren las agresiones.
“SON COSAS NUESTRAS… SÓLO ES UNA BROMA”
Cuando
alguien se mete con otro, una de las frases más usuales para justificarlo es: “era una broma”, o “siempre nos tratamos así”
entre compañeros, o “no es
para tanto”. Estas palabras suelen encubrir el reconocimiento de
que se ha actuado mal, pero no se quiere reconocer la falta. Reconocer los
propios errores es el mejor método para demostrar que realmente se quiere
cambiar, que se quiere dejar de agredir.
A
algunos chicos o chicas les cuesta entender que, al agredir, otros sufren; es
decir, que aquello que
te hace daño a ti también hace daño a los otros. No entienden
el concepto de “empatía”,
es decir, la capacidad
de ponernos en el lugar del otro y ser capaz de entender sus sentimientos.
A
todos nos gusta que los demás nos comprendan y nos traten con respeto. En la
amistad hay una situación de igualdad en la que los amigos se gastan bromas,
juegan, pero no tienen la intención de hacerse daño. En el caso de que esto ocurra,
los amigos se piden perdón y hacen las paces. Así aprenden a tenerse confianza
y respeto.
Sin
embargo, cuando unos se meten con otros con intención de dañar, les hacen
sufrir. Sienten placer al ver que son más fuertes y que pueden humillar con
facilidad y continúan haciéndolo. Son incapaces de sentir empatía y aceptar que
la otra persona lo está pasando mal. Cuando sucede esto, estamos ante una
situación de maltrato entre compañeros, y quien siga por ese camino, acabará
siendo mal visto por los demás y sintiéndose tan mal como aquél a quien agrede.
Ya no es “una broma”,
es acoso y falta de respeto hacia una persona.
Recuerda: No hagas a
los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Las bromas son buenas
para la relación cuando ambas partes están de acuerdo con ellas pero, si a
alguien le hacen daño, hay que dejar de hacerlas y pedir perdón si es
necesario. Cuando veas que alguien está sufriendo, ponte en su lugar y piensa
cómo te sentirías tú en esa situación.
Y SI TÚ TE METES CON OTROS COMPAÑEROS...
Sólo
algunos chicos o chicas hacen sentir miedo a los demás. En su comportamiento
suelen reproducir una imagen dura y agresiva que no refleja sus sentimientos.
Esta “máscara” es más frecuente entre los chicos. Las chicas prefieren formas
de maltrato menos manifiestas: sembrar rumores, hablar mal de alguien, excluir
de su círculo de amistades…
Con
frecuencia quien se mete con los demás suele tener problemas en casa, o
reproduce un comportamiento agresivo que ve en su entorno, o simplemente no
sabe controlarse. Si éste es tu caso, seguramente lo estás pasando mal y en el
fondo te sientes inseguro, pero quieres demostrar dureza ante los demás. La
agresión reiterada acabará volviéndose en tu contra y haciéndote daño a ti
también. Por ello ten
en cuenta lo siguiente:
No
creas que la gente te respeta por asustarla. Simplemente te
tiene miedo, pero no eres realmente aceptado. Busca el respeto de los demás, no el dominio sobre los
demás.
No te conformes con tu forma de actuar. Intenta cambiar tus reacciones
agresivas y fíjate en cómo actúan otras personas en las mismas
circunstancias.
Date cuenta de que a corto plazo es posible
que ganes, pero a largo plazo, si continúas metiéndote con otras personas,
tendrás muchos problemas en la vida. La
agresión tiene consecuencias que tarde o temprano tendrás que asumir.
Pide
ayuda a algún profesor, orientador o tutor si tienes problemas
familiares. Si te encuentras mal o necesitas hablar de tus problemas con
alguien, confía en los
demás.
Piensa en el daño que les estás haciendo a
los otros. Ponte en su
lugar e intenta imaginar cómo te sentirías tú.
Si
tus amigos refuerzan tus tendencias violentas y te retan a
actuar a veces como un matón, busca
nuevas amistades y retírate poco a poco de ellos.
Cuando te sientas enfadado y no puedas
controlar tu ira, respira hondo e intenta
autocontrolarte. Cuenta hasta cinco antes de actuar y, si te es
posible, retírate a un lugar tranquilo en el que puedas desahogarte.
Recuerda: La
agresión hacia otros compañeros trae consecuencias a corto y largo plazo. Al
final te hará daño a ti. Demostrando tu fuerza, no conseguirás ser respetado
sino temido. Intenta autocontrolar tus impulsos. Pide ayuda o acepta ayuda de
algún adulto si te es difícil cambiar.
“A VECES ACOMPAÑO A QUIENES INSTIGAN A OTROS COMPAÑEROS E INCLUSO ME METO TAMBIÉN CON ALGUNO, PERO NO PARTICIPO ACTIVAMENTE. SOMOS SÓLO UN GRUPO DE AMIGOS QUE NOS LO PASAMOS BIEN”
Una
de las claves del maltrato es la acción
en grupo. Se suele empezar con simples bromas (por ejemplo,
poner un mote ofensivo). Después se forma un grupo que repite la ofensa
insistentemente. Poco a poco se van incrementando la intensidad y gravedad de
las acciones. En estos casos suele haber un
líder (el que más acosa, tiene más ideas para hacer daño,...)
que se ampara en el grupo, se siente arropado y protegido. Conforme avanzan en
su acoso, los grupos de agresores se cierran más al resto de los compañeros, y
utilizan a la víctima como una forma de reforzar la sensación de pertenecer a
su grupo.
Sus
acciones encuentran a veces reflejo
en la actuación de los demás. Así, quien quiera entrar en el
grupo de agresores puede maltratar igualmente a la víctima para poder ser
admitido. Incluso puede llegar a formarse un segundo grupo que, sin agredir con
la intensidad que el primero, empiece a meterse también con la víctima; así
sienten que adquieren su parcela de poder.
Todo
esto causa miedo entre los compañeros. Los
observadores que ríen las “gracias” y los que no denuncian lo que están viendo,
refuerzan las acciones intimidatorias del grupo de agresores.
Si participas de cualquiera de estas formas en situaciones de maltrato, estás
animando a que se formen grupos que acosen a los demás.
Recuerda: El
maltrato entre compañeros está muy ligado a la acción en grupo. Suele haber un
líder al que acompañan y arropan otros. Su acoso puede verse imitado por nuevos
grupos que maltraten de forma parecida a la víctima. Otra forma de reforzar los
grupos de agresores es reírles las gracias y consentir que actúen así. Si
actúas de alguna de estas formas, estás aumentando las posibilidades de que las
acciones de maltrato se den con más frecuencia en tu clase y escuela.
“YO NO LO HAGO PERO SÉ QUIÉN LO ESTÁ HACIENDO… Y QUIÉN LO PADECE. ME GUSTARÍA QUE NO LO HICIERAN, PERO NO SÉ BIEN QUÉ HACER PARA AYUDAR AL CHICO/A CON EL QUE SE METEN”
Hacer
frente a las situaciones de maltrato puede dar miedo, pues tendemos a pensar
que si ayudamos al chico o chica con el que se están metiendo, nos vamos a
convertir también en un objetivo. Sin embargo, si te mantienes en silencio, tu actitud
será interpretada como aprobación
del acoso y te convertirás indirectamente en parte de los que
acosan. También es verdad que, en ocasiones, no sabes bien quién empezó a
meterse con quién, especialmente si el acosado a su vez se mete con otros, y
entonces piensas que es más sencillo no meterse en problemas.
Pero
hay muchas formas de
ayudar sin tener que enfrentarte frontalmente con los
agresores. Te sugerimos las siguientes estrategias:
No
rías las gracias de los que se meten con otros.
Habla
con el compañero acosado y pregúntale cómo se siente y lo que
está ocurriendo.
Comenta
con un profesor de confianza lo que estás viendo.
Cuenta en casa la situación y busca consejo en tus padres.
En
caso de agresiones reiteradas o de intensidad muy grave (pelea,
vejaciones, robos, agresiones en los vestuarios del gimnasio, persecuciones a
la salida de clase, amenazas graves, u otras acciones que puedan causar mucho
daño), avisad inmediatamente
a un adulto.
Ponte
en contacto con la organización de protección del menor PROTEGELES
contacto@protegeles.com
Propón
la discusión de este tema en Tutoría como preocupación del
grupo.
Crea, con la ayuda del Tutor, un grupo de voluntarios que ayuden
a posibles víctimas.
Redactad entre todos, en Tutoría, un código de respeto entre compañeros.
No
calles: es tolerancia hacia el agresor.
Recuerda: Cuando
veas situaciones de maltrato, ACTÚA: no consientas, no rías las gracias,
comunícalo a un profesor y propón hablar de estas cosas en Tutoría. NO CALLES,
PUES EL SILENCIO PERPETÚA EL ACOSO.
“ME GUSTARÍA HACER ALGO PARA QUE ESTAS COSAS NO OCURRIERAN EN MI ESCUELA”
El
maltrato entre compañeros se da en todas las escuelas con mayor o menor
intensidad. Si los profesores, los padres y los alumnos son conscientes de que
el maltrato existe; si han hablado sobre el tema y todo el mundo tiene claro lo
que es tolerable y lo que no en las relaciones entre compañeros: el maltrato será mucho más leve,
porque se podrá hablar con facilidad sobre lo que nos hace sentir mal.
No
todas las escuelas actúan igual y no todas lo consideran un tema de especial
interés. En algunos lugares piensan que no se produce maltrato alguno. Sin
embargo, olvidan que se puede maltratar de formas muy sutiles (amenazas,
chismes, exclusión o rechazo...), que también son formas de herir y de acosar a
otros.
Tú
puedes ayudar a que no se produzcan estas situaciones.
¿Cómo?:
- Siendo crítico con este tipo de comportamientos y no permitiendo que las bromas se conviertan en agresión intencionada y, sobre todo, no participando ni callándote cuando vea que se está haciendo.
INFORMACION
PARA PADRES
INTRODUCCIÓN
Con
frecuencia algunos padres se muestran preocupados por el estilo de relaciones
que establecen sus hijos o hijas con sus compañeros de colegio. Pero sea como
fuere la vida relacional de los hijos, especialmente a partir de la
preadolescencia (10 años) y hasta los 16 años, se nutre de unos profundos
cambios e incertidumbres que pueden provocar malas relaciones y especialmente
maltrato reiterado entre compañeros.
Los
estudios nos indican que aproximadamente uno de cada tres adolescentes entre 12
y 16 años se ve involucrado –ya sea como agresor o como víctima- en situaciones
de abuso, cercanas a veces al maltrato grave. Sin embargo, los porcentajes de
chicos y chicas que sufren o ejercen un maltrato grave -por su intensidad o por
su duración- son drásticamente más bajos: del 2% al 4% de los jóvenes. Por lo
tanto, en la mayoría de los casos, la intervención será preventiva o para
tratar incidentes de baja intensidad.
A
pesar de que cada caso de relación dañina entre adolescentes debe ser analizado
en su singularidad y abordado desde la serenidad, prevaleciendo la imperiosa
necesidad de detener el daño y restablecer un equilibrio de poder entre
agresor(es) y víctima(s), existen no obstante ciertas claves que nos pueden
facilitar la prevención, el análisis y la intervención en este tipo de hechos.
Pretendemos aquí exponer dichas claves y establecer algunas pautas de actuación
que nos ayuden a saber tratar los incidentes por maltrato entre chicos y chicas
en edad escolar.
¿QUÉ ES EL MALTRATO ENTRE IGUALES?
Uno
de los grandes problemas que suscita este fenómeno es la grave dificultad que
tenemos para detectar las agresiones que pueda estar padeciendo un adolescente
por parte de sus compañeros. A menudo este fenómeno pasa desapercibido o es mal
interpretado por los adultos. De ahí que debamos observar atentamente para
descubrir el proceso de victimización, basándonos a veces sólo en indicios poco
claros o en rumores.
El
maltrato entre compañeros puede aparecer de formas muy diversas. No solamente
se manifiesta a través de peleas o agresiones físicas, sino que con frecuencia
se nutre de un conjunto de intimidaciones de diferente índole que dejan al
agredido sin respuesta. Veamos algunas:
- Intimidaciones verbales (insultos, motes, hablar mal de alguien, sembrar rumores,...)
- Intimidaciones psicológicas (amenazas para provocar miedo, para lograr algún objeto o dinero, o simplemente para obligar a la víctima a hacer cosas que no quiere ni debe hacer)
- Agresiones físicas, tanto directas (peleas, palizas o simplemente “collejas”) como indirectas (destrozo de materiales personales, pequeños hurtos,...)
- Aislamiento social, bien impidiendo al joven participar, bien ignorando su presencia y no contando con él/ella en las actividades normales entre amigos o compañeros de clase.
También
se dan situaciones de maltrato por acoso
de tipo racista, cuyo objetivo son las minorías étnicas o
culturales. En estos casos lo más frecuente es el uso de motes racistas o
frases estereotipadas con connotaciones despectivas. Igualmente se producen
situaciones de acoso
sexual que hacen que la víctima se sienta incómoda o humillada.
En los últimos años ha ido en aumento el acoso anónimo mediante el teléfono móvil o a través del correo
electrónico con amenazas o palabras ofensivas.
Sin
embargo, a veces, una pelea entre compañeros en situación de igualdad puede ser
interpretada como maltrato, especialmente por parte del que ha perdido la
pelea. Es difícil determinar cuándo se trata de un juego entre iguales, incluso
amigos, y cuándo de acciones violentas con intención de hacer daño. Por eso,
debemos entender que se considera maltrato
toda “acción reiterada
a través de diferentes formas de acoso u hostigamiento entre dos alumnos/as o
entre un alumno/a y un grupo de compañeros - cosa que suele
ser más frecuente - en
el que la víctima está en situación de inferioridad respecto al agresor o
agresores”. Así, una pelea entre amigos o compañeros
derivada de un malentendido, aunque preocupante, puede ser abordada desde el
acuerdo mutuo de no agredirse más o incluso haciendo las paces.
Esto,
sin embargo, no se da nunca en las situaciones de maltrato. La intensidad del
daño puede ser tal – en caso de haberse prolongado durante mucho tiempo dicha
situación o de haberse realizado agresiones de gran intensidad - que exigirá
una intervención más compleja y con la participación de mayor número de
personas.
Del
mismo modo hay que distinguir el maltrato entre compañeros de las conductas
antisociales o incluso criminales, que deben ser tratadas por las instituciones
apropiadas (policía, fiscalía de menores,...) Tal sería el caso de agresiones
con armas u objetos punzantes, robos, abusos sexuales, amenazas graves o
aquellas en que la vida de la víctima corra peligro. En cualquiera de estos
casos, además de ponerse en contacto inmediato con el centro escolar, la
familia no debe dudar en denunciar el hecho a la policía en cuanto tenga
constancia del mismo.
¿QUIÉN PARTICIPA EN LAS SITUACIONES DE MALTRATO?
El
maltrato viene asociado a una situación de dominio-sumisión y tiene un gran
componente colectivo al ser un hecho conocido, en la mayoría de los casos, por
otros compañeros, además de por los agresores y la víctima. Por otra parte,
esta situación suele pasar desapercibida para los adultos (padres y
profesores). Por ello se dice que en las situaciones de maltrato entran en
juego los siguientes miembros:
- una víctima, que sufre las agresiones;
- uno o varios agresores, que ejercen su dominio a través del abuso y el hostigamiento;
- los compañeros, que observan los hechos y que callan por múltiples razones, o no apoyan con suficiente fuerza a la víctima en el cese de la agresión; y
- los adultos, que no están suficientemente alertas como para detectar a tiempo la situación de indefensión que vive la víctima.
Cuando
se meten con una persona de forma persistente, esta vivencia puede causar
miedo, tristeza, inseguridad y disminuye la autoestima. Todo ello interfiere en
la vida académica provocando, con frecuencia, absentismo y malos resultados.
Puede repercutir también en la vida adulta de la víctima, dificultando sus
relaciones sociales y especialmente su seguridad y autoconfianza.
Por
otro lado, es importante que los agresores entiendan que no es lícito obtener
poder y salirse con la suya agrediendo a otros. Si los adultos no se lo
explicamos con claridad, ellos perpetuarán su comportamiento en la edad adulta
y tendrán más probabilidades de encontrar dificultades con la ley en la
adolescencia.
¿POR QUÉ OCURREN ESTOS EPISODIOS?
Las
causas por las que un chico o una chica arremete constantemente contra otro
compañero o compañera, llegando a crear una situación abusiva de dominio, son
múltiples. Los estudios sobre este asunto indican factores personales,
familiares y sociales del agresor y la víctima, así como factores relacionados
con la cultura escolar.
AGRESOR:
Factores
personales, familiares y sociales: Las
relaciones y sentimientos de los padres del agresor hacia su hijo son
trascendentales, ya que modelan comportamientos que más tarde serán repetidos
por él. La característica compartida por los agresores es la falta de empatía,
es decir, la incapacidad para ponerse en el lugar del otro, la no creencia en
que sus actos repercuten en otra persona que los siente y padece como un
tormento. A menudo el agresor puede llegar a pensar que la víctima se lo
merece, pues las acciones de éste le han provocado y han precipitado la
reacción intimidatoria.
El matón, el agresor líder,
a pesar de su impopularidad entre los compañeros de clase, consigue con sus
actos que su posición en el grupo, su reconocimiento, mejore, demostrando ante
los demás que es fuerte al producir miedo y manifestar prepotencia en sus
relaciones con aquellos que no pertenecen a su grupo. Al principio, el agresor
se meterá con su víctima con malos tratos de intensidad baja pero, conforme
transcurra el tiempo y observe que su víctima carece de protección, irá
aumentando la intensidad y frecuencia de los abusos, creando un círculo vicioso
de agresión, un proceso de victimización, que de ninguna forma debe proseguir.
Factores
relacionados con la cultura escolar y formación de grupos:
De sobra es sabida la importancia que tienen los amigos, el grupo de iguales,
para el desarrollo evolutivo de niños y adolescentes. En ocasiones este factor
grupal refuerza la unión y consistencia del grupo a través de terceros, los
chivos expiatorios, que sirven para reforzar los vínculos de amistad, clave en
la preadolescencia y adolescencia. Por ello, el maltrato tiene el momento de
mayor intensidad y frecuencia desde los 11 a los 13 años, si bien es en el arco de edad
de los 12 a
los 16 años donde mayor número de estudios se han realizado. El grupo de
agresores a veces se constituye formalmente alrededor del proceso de
victimización y actúa paulatinamente, creando una conciencia colectiva en la
que la víctima es cada vez menos estimada y valorada, lo que favorece que las
agresiones aumenten en cantidad e intensidad.
Por
otro lado la actitud de la escuela y el clima de relaciones interpersonales y
de respeto entre sus miembros es un factor muy importante. Las escuelas que
permiten y favorecen que los alumnos comuniquen sus dificultades y en las que
éstos se sienten escuchados serán capaces de prevenir e intervenir cuando
empiecen los hostigamientos. El agresor sabrá que existe una clara oposición a
las acciones de prepotencia y agresión que quiera realizar.
OBSERVADORES:
El
grupo de los observadores posee una influencia crucial en el curso de los
acontecimientos, pues en el caso de oponerse a las agresiones, los agresores
perderán justificación y poder y tendrán que ejercer mayor número de agresiones
a más víctimas o cejar en su empeño. El miedo a ser ellos mismos los atacados
por los agresores sirve de barrera psicológica para irse separando
paulatinamente de la víctima. Pero los observadores han de entender que es el
parámetro moral compartido por todos ellos lo que les ha de unir, tanto si es a
favor de los agresores como si optan por la víctima, y ahí reside precisamente
su fuerza para parar los hostigamientos y amenazas.
VÍCTIMA:
Factores
familiares, personales y sociales: Si
difícil es determinar el perfil del agresor, más difícil es precisar las características
de las victimas sin estigmatizarlo. Los factores familiares asociados a este
perfil apuntan a la sobreprotección como causa primordial, que impide el
desarrollo social del chico o de la chica conforme a su desarrollo evolutivo.
Sin embargo no todas las víctimas son iguales. El gracioso, el provocador y el molesto se sitúan en la fina línea que
separa a la víctima del agresor, pudiendo representar ambos papeles.
Aún
así, podemos trazar una característica compartida por las víctimas: su falta de
competencia social, la cual se refleja en su carencia de asertividad; esto es,
su dificultad para saber comunicar sus necesidades claramente y para hacerse
respetar por los demás. Su situación de víctima refuerza su vulnerabilidad y le
debilita socialmente ante los otros –ante el conjunto de los compañeros, no ya
sólo ante sus agresores- y pierde popularidad paulatinamente entre sus iguales.
A menudo su situación académica se deteriorará y sufrirá estrés emocional, que
contribuirá a aumentar las dificultades de aprendizaje que se le presenten. El
miedo y la sensación de incompetencia tanto como el sentimiento de culpa le
impedirán comunicar sus dificultades a otros, pudiendo llegar a situaciones de
depresión y a una importante falta de autoestima.
A
pesar de todo lo dicho, debemos tener presente que puede acabar siendo víctima
cualquier chico o chica que no tenga el amparo de sus compañeros. Ante los ojos
del agresor, cualquier razón es suficiente para convertirse en víctima: los
rasgos físicos, la indumentaria, la capacidad intelectual, la sensibilidad
artística, los buenos resultados académicos, etc. En resumen, cualquier forma
de diferencia, de distinción, cosa que es realmente preocupante, porque
constituye el germen de la intolerancia y la insolidaridad.
Factores
relacionados con la cultura escolar y la formación de grupos:
La víctima, cuando comienzan a meterse con ella -a menudo a través de insultos,
rechazos, motes,...- irá perdiendo apoyos entre sus compañeros, pudiendo llegar
a sentirse, incluso, merecedor de la agresión por algún problema personal que
pueda o imagine tener. Si continúan los malos tratos puede sentirse totalmente
aislado de sus compañeros y sufrir un infierno personal.
Las
escuelas conscientes de la diversidad de su alumnado están atentas a los
componentes emocionales de sus miembros, trabajan la cooperación y el
compromiso entre alumnos y reconocen la valía personal de cada uno de sus
alumnos. Más allá de la competitividad y la búsqueda exclusiva de buenos
resultados académicos, dichas escuelas estarán prestas a crear ambientes de
confianza y escucha ante los conflictos entre alumnos. Las víctimas tienen que
sentir que en su medio escolar se les apoya y que tienen derecho a comunicar su
situación de indefensión. Las escuelas que trabajan la amistad, el buen clima
en el grupo clase y la solidaridad y el respeto entre compañeros tendrán
mejores estrategias para prevenir las situaciones de maltrato entre iguales.
¿QUÉ TRASCENDENCIA PUEDEN TENER ESTOS CASOS?
Algunos
adultos pueden llegar a pensar que el maltrato entre iguales forma parte de la
evolución natural (“los
chicos tienen que hacerse mayores, tienen que hacerse fuertes y aprender a
defenderse”). Pero la verdad es que es absolutamente indeseable,
innecesario e inmoral tener que crecer y “hacerse mayor” de esta forma. La
víctima se suele sentir sola, infeliz y atemorizada; perderá la confianza en sí
mismo y en los demás y llegará a pensar que siempre va a estar en peligro y
amenazada; incluso se sentirá culpable de lo que le pasa. Esto indica que está
siendo limitada en su desarrollo personal, que carece de libertad y derechos
ante los demás.
El
maltrato produce estrés psíquico, lo que constituye un problema grave para la
salud de la víctima, quien puede llegar incluso al suicidio en situaciones de
desesperación. No obstante, los sentimientos más comunes son angustia,
intranquilidad, miedo, falta de confianza, soledad y, en algunos casos,
depresión.
En
cuanto al agresor, su actitud puede suponer la antesala de conductas
pre-delictivas en edad adolescente, pero sobre todo la creencia incorrecta de
que se puede lograr poder y liderazgo mediante la imposición, la sumisión del
otro y la prepotencia. Es muy probable que un chico que ha sido agresor en la
escuela perpetúe las conductas violentas y agresivas en sus interacciones
adultas.
NOS HEMOS ENTERADO POR INDICIOS DE QUE NUESTRO HIJO ESTÁ SIENDO ACOSADO Y MALTRATADO CUANDO YA HAN OCURRIDO MUCHAS AGRESIONES, ¿POR QUÉ NO HA CONFIADO EN NOSOTROS?
A
veces los hijos callan su situación de indefensión por falta de comunicación
con los padres, por vergüenza, por miedo a la forma en que éstos actuarán o por
miedo a las represalias de sus compañeros si éstos averiguan que lo han dicho.
Es,
por tanto, muy importante generar confianza con nuestros hijos, para que se
sientan seguros y sean capaces de contar con normalidad lo que les ocurre en el
centro escolar. Aunque cada vez la vida se vuelve más acelerada, estamos
obligados a encontrar tiempo diariamente para conversar con ellos y contarnos la
marcha del día.
Si tu
hijo o hija tiende a tener problemas con sus compañeros de clase o muestra
falta de seguridad en sí mismo, recuerda:
- Busca la comunicación con él/ella desde edad temprana. Genera confianza desde la escucha y el acompañamiento. Comienza con temas cotidianos e intrascendentes; esto favorecerá la comunicación cuando haya algo que realmente le preocupe.
- Dedícale a tu hijo el mayor tiempo posible. Cuanto más tiempo le dediques se sentirá más importante e interiorizará que para ti el estar juntos es más valorado que otras cosas.
- A veces los chicos víctimas de sus compañeros encajan mal las bromas; ayúdale a saber llevarlas y a encauzarlas correctamente. Enséñale a dar respuestas alternativas a su forma habitual de responder a aquello que le resulta incómodo. Dile que puede dar contestaciones elusivas, manifestar su desacuerdo sin enfadarse o irse a otra parte cuando el ambiente se haga demasiado tenso.
- Refuérzale la autoestima valorando sus buenas cualidades y potenciándoselas.
- Dale apoyo y seguridad con tu presencia y tu escucha, muestra interés por sus necesidades.
- A la vez, intenta que se desarrolle todo lo posible por sí mismo. No le sobreprotejas, permítele que afronte los dilemas y conflictos con sus compañeros de acuerdo con sus capacidades. Mantente cercano e intervén si consideras que puede correr algún riesgo importante.
- Enséñale a defenderse con la palabra y a exponer con decisión aquello que le esté causando desasosiego.
- En caso de peligro, señálale que debe buscar protección en otros compañeros o en los adultos y que no ha de correr riesgos innecesarios. Si está solo se hace más vulnerable a posibles agresiones.
- Indícale que no lleve objetos costosos o muy llamativos al colegio (móviles, juguetes caros, dinero, ropa de marca,...), ya que estas cosas pueden causar envidia y propiciar robos o amenazas para conseguirlos.
- Recuérdale que siempre ha de tener la suficiente confianza como para pedir ayuda a un adulto o un compañero si la necesita, pues siempre va a encontrar a alguien que le escuche y se interese por su situación.
¿CÓMO PUEDO AVERIGUAR QUE MI HIJO O HIJA ESTÁ SUFRIENDO ACOSO O MALTRATO POR PARTE DE SUS COMPAÑEROS?
A
pesar de los buenos consejos es habitual que la víctima no cuente lo que le
pasa, por lo que deberemos estar muy atentos a los indicios que nos indiquen
que algo extraño le ocurre. Éstos serían algunos síntomas a tener en cuenta:
Cambios en el estado de ánimo: parece triste.
Se muestra extraño y huidizo.
Parece nervioso; estado que se refleja en
miedos nocturnos, micción en la cama, tics nerviosos, irritabilidad, etc.
Se muestra distraído, absorto en sus
pensamientos, olvidadizo, asustadizo, etc.
Finge enfermedades o intenta exagerar sus
dolencias: dolores de cabeza, de tripa, etc.
Presenta moratones, heridas, etc.
Rehúsa ir a la escuela, expone objeciones
varias, simula malestar.
Falta al colegio y da explicaciones poco
convincentes cuando se le pregunta el porqué o adónde fue.
No tiene amigos para su tiempo de ocio.
La
manifestación de estas conductas no siempre se debe a situaciones de maltrato,
por lo que es esencial charlar con nuestros hijos e indagar acerca de aquello
que les puede estar ocurriendo. Aunque no siempre sea fácil charlar con un
adolescente, pues sus cambios de humor, su deseo de intimidad y su rudeza en el
trato -rasgos propios del proceso evolutivo por el que están pasando- hacen en
ocasiones muy difícil la comunicación con ellos, los padres debemos emplear
todas las estrategias posibles para hablar con ellos, si sospechamos que
nuestro hijo está en situación de riesgo o padece maltrato.
¿QUÉ PODEMOS HACER CUANDO NUESTRO HIJO ESTÁ INVOLUCRADO EN UNA SITUACIÓN DE MALTRATO EN LA ESCUELA?
Nuestro
hijo o hija puede ser víctima, agresor u observador de una situación de
maltrato. Si es víctima, desempeñará un papel pasivo; si es agresor, un papel
activo; y si es observador, su papel es igualmente activo o, al menos,
permisivo, en cuanto su actitud refuerza la actitud intimidadora del agresor
hacia la víctima.
En
caso de que nuestro hijo esté involucrado en una situación así, debemos tener
tranquilidad y, sobre todo, escuchar la información que hayamos averiguado sin
trivializarla. En todo caso, podemos dar los siguientes pasos:
1.
Escuchar y mostrar interés por el asunto, sin menospreciarlo; no debemos
considerarlo “cosa de
chicos”.
2.
Indagar si realmente ha ocurrido lo que nos cuenta, y no es fruto de su
imaginación.
3.
Ponerse en contacto con la escuela y solicitar la intervención y cooperación
del profesorado.
4. Si
lo anterior no funciona podemos dirigirnos directamente a la organización de
protección de la infancia PROTEGELES: contacto@protegeles.com
5.
Fijar una estrategia de intervención para detener inmediatamente el daño que se
está produciendo, y para tratar a medio y largo plazo las relaciones entre los
involucrados.
6.
Favorecer una solución adecuada y ajustada a la intensidad de la falta y al
daño ejercido. Debemos apoyar a nuestro hijo enseñándole a asumir la
responsabilidad que le corresponda.
¿QUÉ RELACIÓN DEBO MANTENER CON EL CENTRO ESCOLAR?
Algunos
padres y madres de chicos víctimas se enfadan profundamente con el centro
escolar al entender que no se está prestando suficiente atención a su hijo y
que, debido a esto, han sucedido las agresiones. Es evidente que entendemos
que, en situaciones de maltrato, la organización, supervisión y cuidado de los
alumnos en el centro escolar son muy importantes; si bien a pesar de ello, a
veces, las relaciones ocultas entre los alumnos pueden pasar desapercibidas a
los ojos de los profesores. Por ello debemos confiar en la escuela y asumir que
va a ser nuestra aliada en la mejora de la calidad de vida de nuestro hijo o
hija, en el caso de ser víctima de malos tratos por parte de sus compañeros.
Por
el contrario, si nuestro hijo está agrediendo a otros compañeros, lo importante
será que cese en dicha actitud, que modifique los comportamientos y que
comunique aquello que le está haciendo comportarse así. En ocasiones algunos
padres o madres en esta situación entienden que la mejor forma de ayudar a sus
hijos es mostrándose hostil hacia la persona que le comunica los hechos (profesor
tutor, director, orientador,...) y rehúsan aceptar la implicación de su hijo.
Es importante, pues, que entendamos que, una vez averiguado el grado de
implicación de nuestro hijo en el proceso de maltrato, éste deberá asumir su
responsabilidad y que lo peor que le puede ocurrir es no asumir su culpa y
sentir permisividad ante los actos violentos, entendiendo así que el ejercicio
del poder mediante la fuerza y el daño ajeno vale la pena, y que, por lo tanto,
se puede uno salir con la suya y obtener una recompensa social, al demostrar
que se es el más fuerte. Si permitimos que nuestro hijo deduzca esta mala
enseñanza, le habremos preparado para repetir en el futuro su comportamiento
abusivo sobre otras personas en cualquier contexto (escuela, familia, calle,
trabajo, pareja,...), pudiendo causarle graves problemas a él y a cualquier
persona con la que se relacione.
En
ambos casos (alumno-víctima o alumno-agresor) la escuela ha de trabajar
conjuntamente con los padres para abordar el conflicto suscitado, buscando
respuestas adecuadas que ayuden a restablecer unas relaciones satisfactorias.
Por eso te proponemos que:
- Acudas a la escuela en cuanto tengas indicios, o simplemente sospechas, de que tu hijo está cometiendo actuaciones de maltrato o que está participando conjuntamente en agresiones a otros compañeros.
- Intenta hablar con tu hijo e indaga sobre los indicios que observas. Explícale que vas a acudir al centro escolar y que tu intención es buscar una colaboración con la escuela para intervenir en el cese del maltrato.
- Ponte en contacto con el tutor o, en su caso, con la jefatura de estudios, la dirección o el departamento de orientación del centro e infórmales de tus inquietudes.
- Confía en que la escuela abordará el problema, tanto de manera individual como con el grupo clase que lo está presenciando.
- Solicita ser informado de los pasos que se están dando y, a su vez, informa de cualquier mejora en la conducta, así como de posibles nuevas agresiones.
- Mantén reuniones periódicas con el colegio para acordar actuaciones conjuntas y revisarlas.
- En caso de que tu hijo sea víctima, si observas que aumenta su miedo, o que se produce un rebrote de las agresiones o que éstas no cesan a pesar de la intervención escolar, comunícalo al centro y, dependiendo del nivel de riesgo, indícales tu intención de denunciarlo en otras instancias.
- Si tu contacto con la escuela no ha sido todo lo satisfactorio que esperabas, házselo saber y exige que se aborde el problema con toda prontitud. En caso de no considerar adecuada la intervención escolar, ponte en contacto con la Asociación de Madres y Padres (AMPA) o con el Servicio de Inspección educativa y solicita ayuda.
- Si existe un alto riesgo para tu hijo o la agresión ha sido muy grave, dirigite a PROTEGELES o denúncialo directamente a la policía.
Y SI, A PESAR DE TODO ELLO, MI HIJO SIGUE RECHAZADO Y NO QUIERE IR AL CENTRO ESCOLAR, ESTÁ DEPRIMIDO, ETC., O POR EL CONTRARIO CONTINÚA AGREDIENDO A COMPAÑEROS Y PARTICIPANDO EN PROCESOS DE MALTRATO A OTROS COMPAÑEROS...
Desgraciadamente,
algunas veces se llega tarde y el daño psicológico que se ha producido a la
víctima es tal que, para recuperar su autoestima, requerirá la intervención de
un psicólogo.
Algunas
víctimas cambian de centro escolar entendiendo que así comenzará una nueva vida
escolar. Esto no siempre surte efecto, puesto que puede haber una serie de
circunstancias personales en la víctima que propicien la agresión hacia su
persona; no hay garantías de que no se den incidentes semejantes en el nuevo
colegio. Siempre que sea posible es más recomendable que la víctima restablezca
su imagen ante los demás allí donde surgió el problema. Para ello se le deberán
indicar una serie de habilidades y conductas que le ayuden a crear nuevos
vínculos afectivos y relacionales con sus compañeros. En los primeros años de
la adolescencia es esencial que la escuela y la familia trabajen juntos y se
apoyen mutuamente, creando oportunidades para el adolescente que le ayuden a
recuperar o a renovar su capacidad de una mejor y más satisfactoria relación
con sus iguales.
Sin
embargo, el cambio de centro escolar debe ser aconsejado para el agresor en
caso de no cejar en su empeño. Al retirarle del contexto que le ampara y en el
que encuentra el apoyo y la posición social que le permite ejercer el poder de
forma abusiva, se le obliga a situarse en una situación más homogénea con el
grupo de nuevos compañeros en el nuevo centro y se le otorga la posibilidad de
buscar nuevas relaciones con actitudes y comportamientos distintos. Además, con
el cambio, el chico o chica agresores han de asumir que su conducta es
contundentemente inadmisible en la sociedad, que no se les permite bajo ningún
concepto y que tiene consecuencias: apartarle de su grupo de amigos, que
reforzaba su conducta agresiva e irrespetuosa hacia un compañero.
También,
desde una perspectiva educativa, la ejemplaridad para el conjunto de la
escuela, al conocer que las conductas de hostigamiento y maltrato graves no son
permisibles y que se toman medidas firmes en caso de no cesar, favorece que el
conjunto del alumnado asuma que lo que se dice es coherente con lo que se hace,
lo que de ninguna forma sería el caso si tuvieran que cambiar de centro
aquellos que necesitan más protección, apoyo y ayuda por parte del conjunto de
la escuela: las víctimas.
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