¿Qué hacemos ante…?
El niño tímido
El caso Carlos
tiene tres años y medio, es un niño tímido y reservado. Este año ha empezado a
asistir al colegio con ciertos problemas para adaptarse. El primer mes lloraba
todas las mañanas al despedirse de su madre que se iba al trabajo muy
preocupada.
Los padres de
Carlos están separados desde que tenía dos años.
Carlos vive con su
madre que está todo el día pendiente de él. Es hijo único y se pasa las horas
viendo la televisión. Su madre prefiere que vaya a jugar con sus primos, que
viven en el piso de arriba, pero Carlos se niega.
Carlos presenta
pequeños problemas para relacionarse con sus compañeros. Suele pasarse todo el
recreo jugando solo o mirando cómo juegan los demás niños.
Trabaja bien en
clase cuando se trata de tareas individuales pero no participa nunca en las
actividades grupales. Si la maestra le pregunta algo Carlos responde brevemente
agachando la cabeza.
Cuando hay un rato
de juego libre en clase, Carlos se va a un rincón a hacer construcciones. En
cuanto se acerca algún niño para jugar con él, se levanta y se va a otra zona
del aula para estar solo. La maestra intenta integrarle en los juegos de sus
compañeros pero pocas veces lo consigue.
¿Qué podemos hacer?
Tenemos que
conseguir que Carlos vaya, poco a poco, integrándose en la clase. Para ello,
tenemos que trabajar con él habilidades sociales básicas para que aprenda a
establecer unas relaciones interpersonales gratas y reconfortantes. La mejor
forma de que Carlos practique estas habilidades es a través del juego.
Cuando juega, el
niño desarrolla su capacidad de comunicación con su familia, con otros niños y
con todo lo que le rodea. Asimila el comportamiento de los demás y acopla a él
el suyo. Si el educador juega con él, el niño aprende a compartir con su
maestro expresiones de complicidad, y a corto plazo disfrutará con la compañía
de él y de los demás.
Por último, hay que
recordar que al niño o niña no hay que exigirle más de lo que puede dar. Hay
que proporcionarle oportunidades para participar en clase y animarle a que lo
haga pero sin forzarle. Debemos respetar su carácter introvertido y no herir su
sensibilidad comparándole con otros niños.
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