¿Qué hacemos ante…?
El niño que miente
El caso Fernando
tiene cinco años. El lunes pasado la maestra de su guardería citó a los padres
para plantearles el problema que, al menos en la clase, Fernando presenta:
miente constantemente.
De hecho, la
profesora estaba convencida de que el padre de Fernando era policía, cuando en
realidad es economista, y de que Fernando tenía dos hermanos mayores, Pablo y
Marcos, de 12 y
13 años, de los que
habla constantemente. Además, Fernando le había contado que su abuelita había
muerto hacía pocos días y que el abuelito estaba ahora viviendo con ellos.
Los padres de
Fernando escucharon a la maestra asombrados, porque todo era mentira.
Cuando llegaron a
casa el padre llamó a Fernando y le pidió que le explicara lo que le había
contado a su profesora. Le dijo que le iba a crecer la nariz como a Pinocho por
mentiroso y que si se volvía a enterar de que decía mentiras tendría un buen
castigo. La maestra no está muy de acuerdo, piensa que castigarle y reñirle probablemente
no sea el mejor procedimiento. Cree que es importante conocer la causa de que
diga estas cosas.
¿Qué podemos hacer?
La maestra debe
tener muy claro que el objetivo específico que perseguiremos será el de aumentar
la autoestima y confianza del niño en sí mismo. Por esa falta de autoestima el
niño miente. La maestra, a solas con Fernando, inventará algunos cuentos en los
que aparecerá un niño muy sincero al que todo el mundo quiere y aprecia por su
sinceridad. En otros cuentos aparecerá otro niño que miente, para que los demás
le hagan más caso sin resultado.
Luego la maestra y
el niño dedicarán un rato a comentar lo ocurrido.
También se fijará
en los aspectos más positivos que de verdad tiene el niño y confiará siempre en
él. La maestra aconsejará a los padres que elogien a su hijo por lo que haga
bien, que no dramaticen en exceso por una mentira y que le den constantes oportunidades
de comprobar que decir la verdad es más rentable.
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