martes, 17 de mayo de 2011

¿Qué hacemos ante…? El niño que habla mucho


¿Qué hacemos ante…? El niño que habla mucho

El caso Óscar es un niño de tres años que habla mucho. De hecho, en clase no para. Incluso cuando la maestra explica, él hace comentarios a sus compañeros, entorpeciendo las explicaciones de la profesora.
De todas formas, lo malo no es todo lo que habla sino el que no se le entiende nada. Pronuncia tan mal que provoca desconcierto en sus padres, en su maestra y es objeto de burla entre sus propios compañeros.
Sus amiguitos le dicen: “No se dice así, se dice así”. Es un caso típico de inmadurez articulatoria, que no corresponde con la media de su grupo y que, por lo tanto, preocupa mucho a sus padres que han pensado en llevarle a su especialista. La maestra no sabe qué recomendarles.

¿Qué podemos hacer?

Bien, ante todo, mucha calma. Este caso ocurre con frecuencia entre niños de dos y tres años, y a veces hasta los cinco años.
A corta edad no es necesariamente patológico: es la madurez articulatoria que no se desarrolla al mismo tiempo que las demás funciones del lenguaje.
Lo importante es que esto no provoque una inhibición de lo que es fundamental: la comunicación con compañeros, padres y profesores .
Por ello será preciso esconder nuestra incomprensión: es posible generalmente adivinar el contenido global del mensaje por el contexto, la mímica, los gestos.
Se le puede incluso hacer repetir, fingiendo la distracción: “Perdona, Óscar, pero no te he oído...”
Si a pesar de esto resulta imposible entenderle, tendremos que desempeñar el papel de la comprensión lo mejor posible.
Una entrevista con la madre de Óscar nos permitirá informarnos de los modales específicos del lenguaje de este niño, de su vocabulario particular que su familia entiende y al cual tendremos que adaptarnos.
Se beneficiará mucho de los ejercicios fonéticos de atención y discriminación, de motricidad buco-facial...

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