¿Qué hacemos ante…?
El niño que habla mucho
El caso Óscar es un
niño de tres años que habla mucho. De hecho, en clase no para. Incluso cuando
la maestra explica, él hace comentarios a sus compañeros, entorpeciendo las
explicaciones de la profesora.
De todas formas, lo
malo no es todo lo que habla sino el que no se le entiende nada. Pronuncia tan
mal que provoca desconcierto en sus padres, en su maestra y es objeto de burla entre
sus propios compañeros.
Sus amiguitos le
dicen: “No se dice así, se dice así”. Es un caso típico de inmadurez
articulatoria, que no corresponde con la media de su grupo y que, por lo tanto,
preocupa mucho a sus padres que han pensado en llevarle a su especialista. La
maestra no sabe qué recomendarles.
¿Qué podemos hacer?
Bien, ante todo,
mucha calma. Este caso ocurre con frecuencia entre niños de dos y tres años, y
a veces hasta los cinco años.
A corta edad no es
necesariamente patológico: es la madurez articulatoria que no se desarrolla al
mismo tiempo que las demás funciones del lenguaje.
Lo importante es
que esto no provoque una inhibición de lo que es fundamental: la comunicación
con compañeros, padres y profesores .
Por ello será
preciso esconder nuestra incomprensión: es posible generalmente adivinar el
contenido global del mensaje por el contexto, la mímica, los gestos.
Se le puede incluso
hacer repetir, fingiendo la distracción: “Perdona, Óscar, pero no te he
oído...”
Si a pesar de esto
resulta imposible entenderle, tendremos que desempeñar el papel de la comprensión
lo mejor posible.
Una entrevista con
la madre de Óscar nos permitirá informarnos de los modales específicos del
lenguaje de este niño, de su vocabulario particular que su familia entiende y
al cual tendremos que adaptarnos.
Se beneficiará
mucho de los ejercicios fonéticos de atención y discriminación, de motricidad
buco-facial...
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