¿Qué hacemos ante…?
El niño desobediente
El caso Guillermo
es un niño inteligente y alegre. Disfruta mucho cuando sus padres le llevan a
jugar al parque. En casa, es un niño cariñoso y activo pero le cuesta mucho
obedecer. Nunca hace caso a su madre cuando le pide que ordene su habitación o
recoja los juguetes del salón. Parece que Guillermo no escucha hasta que no se
lo repiten cinco veces y a gritos. Al final, es su madre la que arregla su
cuarto y ordena sus cosas.
En el colegio, la
maestra de Guillermo se encuentra poco satisfecha con su comportamiento. No
suele respetar las normas de clase y desobedece con frecuencia sus
instrucciones. Cuando no le gusta mucho una actividad, la intenta hacer rápido
sin prestar atención o se pone a dibujar. Su maestra le regaña y le hace
repetir la tarea pero Guillermo continua dibujando o entrega, otra vez, la
ficha mal hecha.
En cambio, cuando
le interesa el tema que se trabaja en clase su comportamiento varía
completamente. Se muestra participativo y hace cuidadosamente todas las
actividades.
La maestra de
Guillermo está cansada de llamarle la atención por las mismas cosas y que su
alumno siga sin hacer ningún caso.
Últimamente, no
presta ningún interés a Guillermo cuando desobedece y no le insiste para que
repita las actividades.
¿Qué podemos hacer?
En este caso es
fundamental mantener una buena colaboración con los padres de Guillermo.
Nuestro alumno tiene que aprender que en casa y en el colegio existen unas
normas y hay que respetarlas.
Debemos conservar
la calma y no gritarle cuando desobedezca, si no sólo conseguiremos que haga
sus tareas cuando nos enfademos.
Es importante que
las instrucciones que le demos a Guillermo sean claras y concretas, así como
ajustadas a sus posibilidades.
Si Guillermo nos
obedece a la primera le mostraremos nuestra alegría por su comportamiento.
Cuando no nos haga caso le volveremos a repetir la instrucción, si también nos
ignora no le prestaremos atención. Después de diez minutos le pediremos otra
vez lo mismo, siempre manteniendo una actitud tranquila.
Guillermo tiene que
cumplir con sus obligaciones, no podemos permitir que consiga su propósito de
no ordenar la habitación o no realizar la tarea.
Sería conveniente
que al proponer una actividad en clase prestemos atención a la motivación de
los alumnos. Si logramos que Guillermo se interese por el tema colaborará con
nosotros en clase.
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