¿Qué hacemos ante…?
El niño con retraso de lenguaje
El caso Elena tiene
cinco años y presenta un evidente retraso de lenguaje.
En primer lugar
construye frases más cortas que sus compañeros.
De hecho, sus oraciones
no suelen ir más allá de cinco o seis palabras y es rara la vez que utiliza
proposiciones subordinadas.
Además, pronuncia
bastante mal y tiene errores en la morfología de las palabras. Los errores
morfológicos sobre todo afectan a los verbos, con los que comete burradas, que
no son propias de la mayoría de los niños de su clase. Por supuesto, no atiende
a las conjugaciones irregulares de los verbos, aun cuando los padres y los
profesores le insisten mil veces en la construcción correcta. Parece no prestar
atención alguna.
¿Qué podemos hacer?
Sabiendo que todos
los niños no desarrollan su lenguaje al mismo ritmo, tenemos, sin embargo, que
estar muy atentos a los retrasos más importantes. Algunos de estos retrasos
desaparecerán sin más ayuda, pero otros no lo conseguirán o lo conseguirán muy tarde,
provocando así retrasos escolares, dificultades para un aprendizaje normal de
la lectura, problemas emocionales...
La ayuda del
educador se centrará sobre todo en proporcionar el mayor número posible de situaciones
de diálogo a Elena, sea con el adulto, sea con un grupo reducido de niños,
insistiendo en que la familia haga lo mismo en casa.
No se debe
preocupar demasiado por el contenido o el tipo de palabras que debe emplear con
el niño. Lo importante es que Elena pueda iniciar la conversación, hacer
preguntas... y disponer de un interlocutor abierto a seguir sus intereses y a
brindarle, a través de sus respuestas, modelos ricos y correctos.
La situación óptima
es la de atención conjunta: mirar y comentar libros con imágenes, juegos
didácticos, juegos de simulación de la vida cotidiana con muñecos y cacharros.
También son muy recomendables los aprendizajes lúdicos de canciones,
retahílas...
El pronóstico
evolutivo es globalmente positivo: gran parte de los retrasos ligeros son
pasajeros y se recuperan espontáneamente con el ingreso del niño en la escuela.
Durante las
actividades colectivas, se procurará incitar la participación de Elena,
situarla en sitios privilegiados, protegerla de la invasión de los niños más
habladores y controlar periódicamente su comprensión de nuestras explicaciones.
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