Jardines Infantiles - ANDEP Asociacion Nacional de Preescolar y Educacion Inicial
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sábado, 5 de julio de 2014
miércoles, 4 de junio de 2014
Lineamientos o Referentes Técnicos para la Educación Inicial
Colombia cuenta
con referentes técnicos para la educación inicial
Última
actualización:
El
Ministerio de Educación Nacional, a través de la Dirección de Primera Infancia,
entrega al país la serie de referentes técnicos para la educación inicial
desarrollados para favorecer la calidad de la educación inicial, además de
guiar, acompañar y dotar de sentido las prácticas del entorno educativo de las
niñas y los niños de primera infancia.
Desde
el 2009, el Ministerio de Educación Nacional, inició el camino para visibilizar
y trazar acciones que contribuyeran a garantizar el derecho de la primera
infancia a una oferta de educación de calidad, es por ello que desde la
formulación de la Política Educativa para la Primera Infancia, se han generado
un conjunto de acciones para fortalecer la educación inicial como etapa
fundamental de la educación.
Mineducación define la educación inicial como un derecho impostergable de la primera infancia, y un estructurante de la atención integral que busca potenciar de manera intencionada el desarrollo integral de las niñas y los niños, partiendo del reconocimiento de sus características y de las particularidades de los contextos en los que viven, favoreciendo también las interacciones que se generan en ambientes enriquecidos a través de experiencias pedagógicas y prácticas de cuidado.
Como rector de política educativa, el Ministerio de Educación Nacional, presenta los referentes técnicos para la educación inicial, los cuales se espera que fortalezcan las prácticas pedagógicas de maestras, maestros y agentes educativos, así mismo estos referentes contienen los criterios de calidad para la prestación del servicio. Los referentes están integrados por los siguientes documentos:
Orientación para la cualificación del talento humano vinculado a la atención
integral: Documento que ofrece criterios técnicos, conceptuales, metodológicos
y operativos para fortalecer la planeación y ejecución de los procesos de
actualización del talento humano que trabaja con la primera infancia.
Orientaciones pedagógicas para la educación inicial: Se encuentran integrados
por seis (6) documentos así:
2. Documento N° 20 : El sentido de la
educación inicial
3. Documento N° 21: El arte en la educación inicial
4. Documento N° 22: El juego en la educación inicial
5. Documento N° 23: La literatura en la educación inicial
6. Documento N° 24: La exploración del medio en la educación inicial
7. Documento N° 25: Seguimiento al desarrollo integral de las niñas y los niños en la educación inicial
3. Documento N° 21: El arte en la educación inicial
4. Documento N° 22: El juego en la educación inicial
5. Documento N° 23: La literatura en la educación inicial
6. Documento N° 24: La exploración del medio en la educación inicial
7. Documento N° 25: Seguimiento al desarrollo integral de las niñas y los niños en la educación inicial
Orientaciones para favorecer la calidad de la educación inicial: Integrado por
cinco (5) documentos así:
8. Guía N° 50: Modalidades y condiciones de calidad para la educación inicial
9. Guía N° 51: Orientaciones para el cumplimiento de las condiciones de calidad en la modalidad institucional de educación inicial
10. Guía N° 52: Orientaciones para el cumplimiento de las condiciones de calidad en la modalidad familiar de educación inicial
11. Guía N° 53: Guías técnicas para el cumplimiento de las condiciones de calidad en las modalidades de educación inicial
12. Guía N° 54: Fortalecimiento institucional para las modalidades de educación inicial
Estas orientaciones están dirigidas a todas las personas que trabajan en la educación inicial y su propósito fundamental es inspirar a los maestros, maestras, agentes educativos y responsables en general de la prestación del servicio. Después del lanzamiento de esta serie de documentos, la Dirección de Primera Infancia, inicia el proceso de divulgación en el país.
jueves, 15 de mayo de 2014
Estrategia "De Cero a Siempre" ¿Qué es?
¿Qué es la Estrategia "De Cero a Siempre"?
La Estrategia Nacional de Atención Integral a la Primera
Infancia "De Cero a Siempre" es un conjunto de acciones planificadas
de carácter nacional y territorial, dirigidas a promover y garantizar el
desarrollo de las niñas y los niños de primera infancia, a través de un trabajo
unificado e intersectorial, que desde la perspectiva de derechos y con un
enfoque diferencial, articula y promueve el desarrollo de planes, programas,
proyectos y acciones para la atención integral que debe asegurarse a cada niño
y niña, de acuerdo con su edad, contexto y condición.
--¿Qué es la atención integral a la primera infancia?
Según el párrafo 1° del artículo 136 de la Ley 1450 de
2011 del Plan de Desarrollo Nacional, la "atención integral a la primera
infancia, es la prestación del servicio y atención dirigida a los niños y niñas
desde la gestación hasta los 5 años y 11 meses de edad, con criterios de
calidad y de manera articulada, brindando intervenciones en las diferentes
dimensiones del Desarrollo Infantil Temprano en salud, nutrición, educación
inicial, cuidado y protección."
--¿Qué es la Comisión Intersectorial de Primera Infancia?
Para lograr la cobertura universal de los niños y niñas
entre cero y cinco años de edad que propone la Estrategia De Cero a Siempre,
fue creada la Comisión Intersectorial para la Atención Integral a la Primera
Infancia, a través del Decreto 4875 de 2011, coordinada por la Alta Consejería
para Programas Especiales, e integrada por el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, entidad adscrita al Departamento para la Prosperidad Social, los
ministerios de Educación Nacional, de Cultura, de Salud y Protección Social, el
Departamento Nacional de Planeación, y la Agencia Nacional para la Superación
de la Pobreza Extrema - ANSPE-.
La Comisión tiene como objetivo coordinar y armonizar las
políticas, planes, programas y acciones necesarias para la ejecución de la
atención integral a la primera infancia, siendo ésta la instancia de
concertación entre los diferentes sectores involucrados.
--¿Cuáles son las responsabilidades del Ministerio de
Educación Nacional en el marco de la Estrategia de Cero a Siempre?
Como parte de la "Estrategia De Cero a
Siempre", el Ministerio de Educación Nacional asume responsabilidades en
los siguientes temas:
(i) Sistema de registro y monitoreo niño a niño.
(ii) Lineamientos, orientaciones y referentes técnicos:
pedagógicos de educación inicial, y pedagógicas con enfoque diferencial; para
el seguimiento al desarrollo de los niños y niñas en los Centros de Desarrollo
Infantil; para la formación y cualificación del talento humano y para la
cualificación de los agentes educativos, maestros y maestras que trabajan en
educación en el marco de una atención integral.
(iii) Formación de agentes educativos, maestros y maestras.
(iv) Sistema de aseguramiento de la calidad y los
procesos de inspección, vigilancia y control de los Centros de Desarrollo
Infantil.
--¿Qué es educación inicial?
La educación inicial es un derecho impostergable de la
primera infancia y se define como "un proceso continuo y permanente de
interacciones y relaciones sociales de calidad, oportunas y pertinentes que
posibilitan a los niños y niñas potenciar sus capacidades y adquirir
competencias para la vida, en función de un desarrollo pleno que propicie su
constitución como sujetos de derechos. Esto implica realizar cuidado y
acompañamiento afectuoso e inteligente del crecimiento y desarrollo de los
niños y las niñas, en ambientes de socialización sanos y seguros para que
logren aprendizajes de calidad". (CONPES 109 de 2007: Política Pública
Nacional de Primera Infancia - Colombia por la Primera Infancia y ratificado en
la Política Educativa para la Primera infancia en el marco de una atención
integral).
lunes, 21 de abril de 2014
Por un país al alcance de los niños
Por un país al alcance de los niños
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Documento
preliminar, a modo de prólogo, que da inicio al Informe Conjunto de la Misión de
Ciencia, Educación y Desarrollo titulado: Colombia al filo de la oportunidad,
cuyas recomendaciones fueron presentadas como una nueva carta de navegación que
los diez sabios comisionados entregaron al país en julio de 1994, fijando los
rumbos principales del desarrollo de la ciencia, la tecnología, la educación y
el desarrollo organizacional de cara al siglo XXI.
Los primeros españoles que
vinieron al Nuevo Mundo vivían aturdidos por el canto de los pájaros, se marcaban
con la pureza de los olores y agotaron en pocos años una especie exquisita de
perros mudos que los indígenas criaban para comer. Muchos de ellos, y otros que
llegarían después, eran criminales rasos en libertad condicional, que no tenían
más razones para quedarse. Menos razones tendrían muy pronto los nativos para
querer que se quedaran.
Cristóbal Colón, respaldado por una carta de los
reyes de España para el emperador de China, había descubierto aquel paraíso por
un error geográfico que cambió el rumbo de la historia. La víspera de su llegada,
antes de oír el vuelo de las primeras aves en la oscuridad del océano, había
percibido en el viento una fragancia de flores de la tierra que le pareció la
cosa más dulce del mundo. En su diario de a bordo escribió que los nativos los
recibieron en la playa como sus madres los parieron, que eran hermosos y de buena
índole, y tan cándidos de natura, que cambiaban cuanto tenían por collares de
colores y sonajas de latón. Pero su corazón perdió los estribos cuando
descubrió que sus narigueras eran de oro, al igual que las pulseras, los
collares, los aretes y las tobilleras; que tenían campanas de oro para jugar, y
que algunos ocultaban sus vergüenzas con una cápsula de oro. Fue aquel esplendor
ornamental, y no sus valores humanos, lo que condenó a los nativos a ser
protagonistas del nuevo Génesis que empezaba aquel día. Muchos de ellos
murieron sin saber de dónde habían venido los invasores. Muchos de éstos
murieron sin saber dónde estaban. Cinco siglos después, los descendientes de
ambos no acabamos de saber quiénes somos:
Era un mundo más descubierto de lo que se creyó
entonces. Los incas, con diez millones de habitantes, tenían un estado
legendario bien constituido, con ciudades monumentales en las cumbres andinas
para tocar al dios solar. Tenían sistemas magistrales de cuenta y razón, y
archivos y memorias de uso popular, que sorprendieron a los matemáticos de
Europa, y un culto laborioso de las artes públicas, cuya obra magna fue el jardín
del palacio imperial, con árboles y animales de oro y plata en tamaño natural.
Los aztecas y los mayas habían plasmado su conciencia histórica en pirámides
sagradas entre volcanes acezantes, y tenían emperadores clarividentes,
astrónomos insignes y artesanos sabios que desconocían el uso industrial de la rueda,
pero la utilizaban en los juguetes de los niños.
En la esquina de los dos grandes océanos se
extendían cuarenta mil leguas cuadradas que Colón entrevió apenas en su cuarto
viaje, y que hoy lleva su nombre: Colombia. Lo habitaban desde hacía unos doce
mil años varias comunidades dispersas de lenguas diferentes y culturas
distintas, y con sus Identidades propias bien definidas. No tenían una noción
de Estado, ni unidad política entre ellas, pero habían descubierto el prodigio
político de vivir como Iguales en las diferencias. Tenían sistemas antiguos de
ciencia y educación, y una rica cosmología vinculada a sus obras de orfebres
geniales y alfareros inspirados. Su madurez creativa se había propuesto
incorporar el arte a la vida cotidiana -que tal vez sea el destino superior de
las artes-, y lo consiguieron con aciertos memorables, tanto en los utensilios
domésticos como en el modo de ser. El oro y las piedras preciosas no tenían
para ellos un valor de cambio sino un poder cosmológico y artístico, pero los españoles
los vieron con los ojos de Occidente: oro y piedras preciosas de sobra para
dejar sin oficio a los alquimistas y empedrar los caminos del cielo con
doblones de a cuatro. Esa fue la razón y la fuerza de la Conquista y la
Colonia, y el origen real de lo que somos.
Tuvo que transcurrir un siglo para que los españoles
conformaran el estado colonial, con un solo nombre, una sola lengua y un solo
dios. Sus límites y su división política de doce provincias eran semejantes a
los de hoy. Esto dio por primera vez la noción de un país centralista y
burocratizado, y creó la Ilusión de una unidad nacional en el sopor de la
Colonia. Ilusión pura, en una sociedad que era un modelo oscurantista de discriminación
racial y violencia larvada, bajo el manto del Santo Oficio. Los tres o cuatro
millones de indios que encontraron los españoles estaban reducidos a no más de
un millón por la crueldad de los conquistadores y las enfermedades desconocidas
que trajeron consigo. Pero el mestizaje era ya una fuerza demográfica
incontenible. Los miles de esclavos africanos, traídos por la fuerza para los
trabajos bárbaros de minas y haciendas, habían aportado una tercera dignidad al
caldo criollo, con nuevos rituales de imaginación y nostalgia, y otros dioses
remotos. Pero las leyes de Indias habían impuesto patrones milimétricos de segregación
según el grado de sangre blanca dentro de cada raza: mestizos de distinciones
varias, negros esclavos, negros libertos, mulatos de distintas escalas.
Llegaron a distinguirse hasta dieciocho grados de mestizos, y los mismos blancos
españoles segregaron a sus propios hijos como blancos criollos.
Los mestizos estaban descalificados para ciertos
cargos de mando y gobierno y otros oficios públicos, o para ingresar en
colegios y seminarios. Los negros carecían de todo, inclusive de un alma, no
tenían derecho a entrar en el cielo ni en el infierno, y su sangre se
consideraba impura hasta que fuera decantada por cuatro generaciones de
blancos. Semejantes leyes no pudieron aplicarse con demasiado rigor por la
dificultad de distinguir las intrincadas fronteras de las razas, y por la misma
dinámica social del mestizaje, pero de todos modos aumentaron las tensiones y
la violencia raciales. Hasta hace pocos años no se aceptaban todavía en los
colegios de Colombia a los hijos de uniones libres. Los negros, Iguales en la
ley, padecen todavía de muchas discriminaciones, además de las propias de la
pobreza.
La generación de la Independencia perdió la primera
oportunidad de liquidar esa herencia abominable. Aquella pléyade de jóvenes
románticos inspirados en las luces de la Revolución Francesa, instauró una república
moderna de buenas Intenciones, pero no logró eliminar los residuos de la
Colonia. Ellos mismos no estuvieron a salvo de sus hados maléficos. Simón
Bolívar, a los 35 años, había dado la orden de ejecutar ochocientos prisioneros
españoles, inclusive a los enfermos de un hospital. Francisco de Paula
Santander, a los 28, hizo fusilar a 38 prisioneros de la batalla de Boyacá,
inclusive a su comandante. Algunos de los buenos propósitos de la república
propiciaron de soslayo nuevas tensiones sociales de pobres y ricos, obreros y
artesanos y otros grupos de marginales. La ferocidad de las guerras civiles del
siglo XIX no fue ajena a esas desigualdades, como no lo fueron las numerosas
conmociones políticas que han dejado un rastro de sangre a lo largo de nuestra
historia.
Dos dones naturales nos han ayudado a sortear ese
sino funesto, a suplir los vacíos de nuestra condición cultural y social, y a
buscar a tientas nuestra Identidad. Uno es el don de la creatividad, expresión
superior de la inteligencia humana. El otro es una arrasadora determinación de
ascenso personal. Ambos, ayudados por una astucia casi sobrenatural, y tan útil
para el bien como para el mal, fueron un recurso providencial de los indígenas
contra los españoles desde el día mismo del desembarco. Para quitárselo de
encima, mandaron a Colón de isla en isla, siempre a la isla siguiente, en busca
de un rey vestido de oro que no había existido nunca. A los conquistadores
alucinados por las novelas de caballería los engatusaron con descripciones de ciudades
fantásticas construidas en oro puro, allí mismo, al otro lado de la loma. A
todos los descaminaron con la fábula de El Dorado mítico que una vez al año se
sumergía en su laguna sagrada con el cuerpo empolvado de oro. Tres obras
maestras de una epopeya nacional, utilizadas por los indígenas como un instrumento
para sobrevivir. Tal vez de esos talentos precolombinos nos viene también una
plasticidad extraordinaria para asimilarnos con rapidez a cualquier medio y
aprender sin dolor los oficios más disímiles: fakires en la India, camelleros
en el Sahara o maestros de inglés en Nueva York.
Del lado hispánico, en cambio, tal vez nos venga el
ser emigrantes congénitos con un espíritu de aventura que no elude los riesgos.
Todo lo contrario: los buscamos. De unos cinco millones de colombianos que
viven en el exterior, la inmensa mayoría se fue a buscar fortuna sin más
recursos que la temeridad, y hoy están en todas partes, por las buenas o por
las malas razones, haciendo lo mejor o lo peor, pero nunca inadvertidas. La cualidad
con que se les distingue en el folclor del mundo entero es que ningún
colombiano se deja morir de hambre. Sin embargo, la virtud que más se les nota
es que nunca fueron tan colombianos como al sentirse lejos de Colombia.
Así es. Han asimilado las costumbres y las lenguas
de otros como las propias, pero nunca han podido sacudiese del corazón las
cenizas de la nostalgia, y no pierden ocasión de expresarle con toda clase de
actos patrióticos para exaltar lo que añoran de la tierra distante, inclusive
sus defectos. En el país menos pensado puede encontrarse a la vuelta de una
esquina la reproducción en vivo de un rincón cualquiera de Colombia: la plaza
de árboles polvorientos todavía con las guirnaldas de papel del último viernes
fragoroso, la fonda con el nombre del pueblo inolvidado y los aromas
desgarradores de la cocina de mamá, la escuela 20 de julio junto a la cantina 7
de agosto con la música para llorar por la novia que nunca fue.
La paradoja es que estos conquistadores nostálgicos,
como sus antepasados, nacieron en un país de puertas cerradas. Los libertadores
trataron de abrirlas a los nuevos vientos de Inglaterra y Francia, a las
doctrinas jurídicas y éticas de Bentham, a la educación de Lancaster, al
aprendizaje de las lenguas, a la popularización de las ciencias y las artes,
para borrar los vicios de una España más papista que el papa y todavía
escaldada por el acoso financiero de los judíos y por ochocientos años de
ocupación islámica. Los radicales del siglo XIX, y más tarde la Generación del
Centenario, volvieron a proponérselo con políticas de inmigraciones masivas
para enriquecer la cultura del mestizaje, pero unas y otras se frustraron por
un temor casi teológico de los demonios exteriores. Aun hoy estamos lejos de
imaginar cuánto dependemos del vasto mundo que ignoramos.
Somos conscientes de nuestros males, pero nos hemos
desgastado luchando contra los síntomas mientras las causas se eternizan. Nos
han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia, hecha más
para esconder que para clarificar, en la cual se perpetúan vicios originales,
se ganan batallas que nunca se dieron y se sacralizan glorias que nunca
merecimos… Pues nos complacemos en el ensueño de que la historia no se parezca
a la Colombia en que vivimos, sino que Colombia termine por perecerse a su
historia escrita.
Por lo mismo, nuestra educación conformista y
represiva parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un
país que no fue pensado para ellos, en lugar de poner el país al alcance de
ellos para que lo transformen y engrandezcan. Semejante despropósito restringe
la creatividad y la intuición congénitas, y contrataría la imaginación, la
clarividencia precoz y la sabiduría del corazón, hasta que los niños olviden lo
que sin duda saben de nacimiento: que la realidad no termina donde dicen los
textos, que su concepción del mundo es más acorde con la naturaleza que la de
los adultos, y que la vida sería más larga y feliz si cada quien pudiera
trabajar en lo que le gusta, y sólo en eso.
Esta encrucijada de destinos ha forjado una patria
densa e indescifrable donde lo inverosímil es la única medida de la realidad.
Nuestra insignia es la desmesura. En todo: en lo bueno y en lo malo, en el amor
y en el odio, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de una derrota.
Destruirnos a los ídolos con la misma pasión con que los creamos. Somos
intuitivos, autodidactas espontáneos y rápidos, y trabajadores encarnizados,
pero nos enloquece la sola idea del dinero fácil. Tenemos en el mismo corazón
la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico. Un éxito resonante
o una derrota deportiva pueden costarnos tantos muertos como un desastre aéreo.
Por la misma causa somos una sociedad sentimental en la que prima el gesto
sobre la reflexión, el ímpetu sobre la razón, el calor humano sobre la
desconfianza. Tenemos un amor casi irracional por la vida, pero nos matamos unos
a otros por las ansias de vivir. Al autor de los crímenes más terribles lo
pierde una debilidad sentimental. De otro modo: al colombiano sin corazón lo
pierde el corazón.
Pues somos dos países a la vez: uno en el papel y
otro en la realidad. Aunque somos precursores de las ciencias en América,
seguimos viendo a los científicos en su estado medieval de brujos herméticos,
cuando ya quedan muy pocas cosas en la vida diaria que no sean un milagro de la
ciencia. En cada uno de nosotros cohabitan, de la manera más arbitraria, la
justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien
despierto en el alma un leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin
violarlas, o para violarlas sin castigo. Amamos a los perros, tapizamos de
rosas el mundo, morimos de amor por la patria, pero ignoramos la desaparición
de seis especiales animales cada hora del día y de la noche por la devastación criminal
de los bosques tropicales, y nosotros mismos hemos destruido sin remedio uno de
los grandes ríos del planeta. Nos indigna la mala imagen del país en el
exterior, pero no nos atrevemos que muchas veces la realidad es peor. Somos
capaces de los actos más nobles y de los más abyectos, de poemas sublimes y asesinatos
dementes, dé funerales jubilosos y parrandas mortales. No porque unos sacamos
buenos y otros malos, sino porque todos participamos de ambos extremos llegado
el caso -y Dios nos libre- todos somos capaces de todo.
Tal vez una reflexión más profunda nos permitiría
establecer hasta qué punto este modo de ser nos viene de que seguimos siendo en
esencia la misma sociedad excluyente, formalista y ensimismada de la Colonia.
Tal vez una más serena nos permitiría descubrir que nuestra violencia histórica
es la dinámica sobrante de nuestra guerra eterna contra la adversidad. Tal vez
estemos pervertidos por un sistema que nos incita a vivir como ricos mientras
el cuarenta por ciento de la población malvive en la miseria, y nos ha
fomentado una noción instantánea y resbaladiza de la felicidad: queremos
siempre un poco más de lo que ya tenemos, más y más de lo que parecía
imposible, mucho más de lo que cabe dentro de la ley, y lo conseguimos como
sea: aun contra la ley. Conscientes de que ningún gobierno será capaz de
complacer esta ansiedad, hemos terminado por ser incrédulos, abstencionistas e
ingobernables, y de un individualismo solitario por el que cada uno de nosotros
piensa que sólo depende de sí mismo. Razones de sobra para seguir
preguntándonos quiénes somos, y cuál es la cara con que queremos ser
reconocidos en el tercer milenio.
La Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo no ha
pretendido una respuesta, pero ha querido diseñar una carta de navegación que
tal vez ayude a encontrarla. Creemos que las condiciones están dadas como nunca
para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una educación,
desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo
modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se
quiera más a sí misma. Que aprovecha al máximo nuestra creatividad inagotable y
conciba una ética -y tal vez una estética- para nuestro afán desaforado y
legítimo de superación personal. Que integre las ciencias y las artes a la
canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro
tiempo que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas.
Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos
despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda
oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel
Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los
niños.
Manual para ser niño
Manual para ser niño
Gabriel García Márquez
Aspiro a que estas reflexiones sean un manual para
que los niños se atrevan a defenderse de los adultos en el aprendizaje de las
artes y las letras. No tienen una base científica sino emocional o sentimental,
si se quiere, y se fundan en una premisa improbable: si a un niño se le pone
frente a una serie de juguetes diversos, terminará por quedarse con uno que le
guste más. Creo que esa preferencia no es casual, sino que revela en el niño
una vocación y una aptitud que tal vez pasarían inadvertidas para sus padres
despistados y sus fatigados maestros.
Creo que ambas le vienen de nacimiento, y sería
importante identificarlas a tiempo y tomarlas en cuenta para ayudarlo a elegir
su profesión. Más aun: creo que algunos niños a una cierta edad, y en ciertas
condiciones, tienen facultades congénitas que les permiten ver más alla de la
realidad admitida por los adultos. Podrían ser residuos de algún poder
adivinatorio que el género humano agotó en etapas anteriores, o manifestaciones
extraordinarias de la intuición casi clarividente de los artistas durante la
soledad del crecimiento, y que desaparecen, como la glándula del timo, cuando
ya no son necesarias.
Creo que se nace escritor, pintor o músico. Se nace
con la vocación y en muchos casos con las condiciones físicas para la danza y
el teatro, y con un talento propicio para el periodismo escrito, entendido como
un género literario, y para el cine, entendido como una síntesis de la ficción
y la plástica. En ese sentido soy un platónico: aprender es recordar. Esto
quiere decir que cuando un niño llega a la escuela primaria puede ir ya
predispuesto por la naturaleza para alguno de esos oficios, aunque todavía no
lo sepa. Y tal vez no lo sepa nunca, pero su destino puede ser mejor si alguien
lo ayuda a descubrirlo. No para forzarlo en ningún sentido, sino para crearle
condiciones favorables y alentarlo a gozar sin temores de su juguete preferido.
Creo, con una seriedad absoluta, que hacer siempre lo que a uno le gusta, y
sólo eso, es la fórmula magistral para una vida larga y feliz.
Para sustentar esa alegre suposición no tengo más
fundamento que la experiencia difícil y empecinada de haber aprendido el oficio
de escritor contra un medio adverso, y no sólo al margen de la educación formal
sino contra ella, pero a partir de dos condiciones sin alternativas: una
aptitud bien definida y una vocación arrasadora. Nada me complacería más si esa
aventura solitaria pudiera tener alguna utilidad no sólo para el aprendizaje de
este oficio de las letras, sino para el de todos los oficios de las artes.
La vocación sin don y el don sin vocación
Georges Bernanos, escritor católico francés, dijo:
"Toda vocación es un llamado". El Diccionario de Autoridades, que fue
el primero de la Real Academia en 1726, la definió como "la inspiración
con que Dios llama a algún estado de perfección". Era, desde luego, una
generalización a partir de las vocaciones religiosas. La aptitud, según el
mismo diccionario, es "la habilidad y facilidad y modo para hacer alguna
cosa". Dos siglos y medio después, el Diccionario de la Real Academia
conserva estas definiciones con retoques mínimos. Lo que no dice es que una
vocación inequívoca y asumida a fondo llega a ser insaciable y eterna, y
resistente a toda fuerza contraria: la única disposición del espíritu capaz de
derrotar al amor.
Las aptitudes vienen a menudo acompañadas de sus
atributos físicos. Si se les canta la misma nota musical a varios niños, unos
la repetirán exacta, otros no. Los maestros de música dicen que los primeros
tienen lo que se llama el oído primario, importante para ser músicos. Antonio
Sarasate, a los cuatro años, dio con su violín de juguete una nota que su
padre, gran virtuoso, no lograba dar con el suyo. Siempre existirá el riesgo,
sin embargo, de que los adultos destruyan tales virtudes porque no les parecen
primordiales, y terminen por encasillar a sus hijos en la realidad amurallada
en que los padres los encasillaron a ellos. El rigor de muchos padres con los
hijos artistas suele ser el mismo con que tratan a los hijos homosexuales.
Las aptitudes y las vocaciones no siempre vienen
juntas. De ahí el desastre de cantantes de voces sublimes que no llegan a
ninguna parte por falta de juicio, o de pintores que sacrifican toda una vida a
una profesión errada, o de escritores prolíficos que no tienen nada que decir.
Sólo cuando las dos se juntan hay posibilidades de que algo suceda, pero no por
arte de magia: todavía falta la disciplina, el estudio, la técnica y un poder
de superación para toda la vida.
Para los narradores hay una prueba que no falla. Si
se le pide a un grupo de personas de cualquier edad que cuenten una película,
los resultados serán reveladores. Unos darán sus impresiones emocionales,
políticas o filosóficas, pero no sabrán contar la historia completa y en orden.
Otros contaran el argumento, tan detallado como recuerden, con la seguridad de
que será suficiente para transmitir la emoción del original. Los primeros
podrán tener un porvenir brillante en cualquier materia, divina o humana, pero
no serán narradores. A los segundos les falta todavía mucho para serlo -base
cultural, técnica, estilo propio, rigor mental- pero pueden llegar a serlo. Es
decir: hay quienes saben contar un cuento desde que empiezan a hablar, y hay
quienes no sabrán nunca. En los niños es una prueba que merece tomarse en
serio.
Las ventajas de no obedecer a los padres
La encuesta adelantada para estas reflexiones ha
demostrado que en Colombia no existen sistemas establecidos de captación precoz
de aptitudes y vocaciones tempranas, como punto de partida para una carrera
artística desde la cuna hasta la tumba. Los padres no están preparados para la
grave responsabilidad de identificarlas a tiempo, y en cambio sí lo están para
contrariarlas. Los menos drásticos les proponen a los hijos estudiar una
carrera segura, y conservar el arte para entretenerse en las horas libres. Por
fortuna para la humanidad, los niños les hacen poco caso a los padres en
materia grave, y menos en lo que tiene que ver con el futuro.
Por eso los que tienen vocaciones escondidas asumen
actitudes engañosas para salirse con la suya. Hay los que no rinden en la
escuela porque no les gusta lo que estudian, y sin embargo podrían descollar en
lo que les gusta si alguien los ayudara. Pero también puede darse que obtengan
buenas calificaciones, no porque les guste la escuela, sino para que sus padres
y sus maestros no los obliguen a abandonar el juguete favorito que llevan
escondido en el corazón. También es cierto el drama de los que tienen que
sentarse en el piano durante los recreos, sin aptitudes ni vocación, sólo por
imposición de sus padres. Un buen maestro de música, escandalizado con la
impiedad del método, dijo que el piano hay que tenerlo en la casa, pero no para
que los niños lo estudien a la fuerza, sino para que jueguen con él.
Los padres quisiéramos siempre que nuestros hijos
fueran mejores que nosotros, aunque no siempre sabemos cómo. Ni los hijos de
familias de artistas están a salvo de esa incertidumbre. En unos casos, porque
los padres quieren que sean artistas como ellos, y los niños tienen una
vocación distinta. En otros, porque a los padres les fue mal en las artes, y
quieren preservar de una suerte igual aun a los hijos cuya vocación indudable
son las artes. No es menor el riesgo de los niños de familias ajenas a las
artes, cuyos padres quisieran empezar una estirpe que sea lo que ellos no pudieron.
En el extremo opuesto no faltan los niños contrariados que aprenden el
instrumento a escondidas, y cuando los padres los descubren ya son estrellas de
una orquesta de autodidactas.
Maestros y alumnos concuerdan contra los métodos
académicos, pero no tienen un criterio común sobre cuál puede ser mejor. La
mayoría rechazaron los métodos vigentes, por su carácter rígido y su escasa
atención a la creatividad, y prefieren ser empíricos e independientes. Otros
consideran que su destino no dependió tanto de lo que aprendieron en la escuela
como de la astucia y la tozudez con que burlaron los obstáculos de padres y
maestros. En general, la lucha por la supervivencia y la falta de estímulos han
forzado a la mayoría a hacerse solos y a la brava.
Los criterios sobre la disciplina son divergentes.
Unos no admiten sino la completa libertad, y otros tratan incluso de sacralizar
el empirismo absoluto. Quienes hablan de la no disciplina reconocen su
utilidad, pero piensan que nace espontánea como fruto de una necesidad interna,
y por tanto no hay que forzarla. Otros echan de menos la formación humanística
y los fundamentos teóricos de su arte. Otros dicen que sobra la teoría. La
mayoría, al cabo de años de esfuerzos, se sublevan contra el desprestigio y las
penurias de los artistas en una sociedad que niega el carácter profesional de
las artes.
No obstante, las voces más duras de la encuesta
fueron contra la escuela, como un espacio donde la pobreza de espíritu corta
las alas, y es un escollo para aprender cualquier cosa. Y en especial para las
artes. Piensan que ha habido un despilfarro de talentos por la repetición
infinita y sin alteraciones de los dogmas académicos, mientras que los mejor
dotados sólo pudieron ser grandes y creadores cuando no tuvieron que volver a
las aulas. "Se educa de espaldas al arte", han dicho al unísono
maestros y alumnos. A éstos les complace sentir que se hicieron solos. Los
maestros lo resienten, pero admiten que también ellos lo dirían. Tal vez lo más
justo sea decir que todos tienen razón. Pues tanto los maestros como los
alumnos, y en última instancia la sociedad entera, son víctimas de un sistema
de enseñanza que está muy lejos de la realidad del país.
De modo que antes de pensar en la enseñanza
artística, hay que definir lo más pronto posible una política cultural que no
hemos tenido nunca. Que obedezca a una concepción moderna de lo que es la
cultura, para qué sirve, cuánto cuesta, para quién es, y que se tome en cuenta
que la educación artística no es un fin en sí misma, sino un medio para la
preservación y fomento de las culturas regionales, cuya circulación natural es
de la periferia hacia el centro y de abajo hacia arriba.
No es lo mismo la enseñanza artística que la
educación artística. Ésta es una función social, y así como se enseñan las
matemáticas o las ciencias, debe enseñarse desde la escuela primaria el aprecio
y el goce de las artes y las letras. La enseñanza artística, en cambio, es una
carrera especializada para estudiantes con aptitudes y vocaciones específicas, cuyo
objetivo es formar artistas y maestros como profesionales del arte.
No hay que esperar a que las vocaciones lleguen: hay
que salir a buscarlas. Están en todas partes, más puras cuanto más olvidadas.
Son ellas las que sustentan la vida eterna de la música callejera, la pintura
primitiva de brocha y sapolín en los palacios municipales, la poesía en carne
viva de las cantinas, el torrente incontenible de la cultura popular que es el
padre y la madre de todas las artes.
¿Con qué se comen las letras?
Los colombianos, desde siempre, nos hemos visto como
un país de letrados. Tal vez a eso se deba que los programas del bachillerato
hagan más énfasis en la literatura que en las otras artes. Pero aparte de la
memorización cronológica de autores y de obras, a los alumnos no les cultivan
el hábito de la lectura, sino que los obligan a leer y a hacer sinopsis
escritas de los libros programados. Por todas partes me encuentro con
profesionales escaldados por los libros que les obligaron a leer en el colegio
con el mismo placer con que se tomaban el aceite de ricino. Para las sinopsis,
por desgracia, no tuvieron problemas, porque en los periódicos encontraron
anuncios como éste: "Cambio sinopsis de El Quijote por sinopsis de La
Odisea". Así es: en Colombia hay un mercado tan próspero y un tráfico tan
intenso de resúmenes fotostáticos, que los escritores armamos mejor negocio no
escribiendo los libros originales sino escribiendo de una vez las sinopsis para
bachilleres. Es este método de enseñanza -y no tanto la televisión y los malos
libros-, lo que está acabando con el hábito de la lectura. Estoy de acuerdo en
que un buen curso de literatura sólo puede ser una gema para lectores. Pero es
imposible que los niños lean una novela, escriban la sinopsis y preparen una
exposición reflexiva para el martes siguiente.
Sería ideal que un niño dedicara parte de su fin de
semana a leer un libro hasta donde pueda y hasta donde le guste -que es la
única condición para leer un libro-, pero es criminal, para él mismo y para el
libro, que lo lea a la fuerza en sus horas de juego y con la angustia de las
otras tareas.
Haría falta -como falta todavía para todas las
artes- una franja especial en el bachillerato con clases de literatura que sólo
pretendan ser guías inteligentes de lectura y reflexión para formar buenos
lectores. Porque formar escritores es otro cantar. Nadie enseña a escribir,
salvo los buenos libros, leídos con la aptitud y la vocación alertas. La
experiencia de trabajo es lo poco que un escritor consagrado puede transmitir a
los aprendices si éstos tienen todavía un mínimo de humildad para creer que
alguien puede saber más que ellos. Para eso no haría falta una universidad,
sino talleres prácticos y participativos, donde escritores artesanos discutan
con los alumnos la carpintería del oficio: cómo se les ocurrieron sus
argumentos, cómo imaginaron sus personajes, cómo resolvieron sus problemas
técnicos de estructura, de estilo, de tono, que es lo único concreto que a
veces puede sacarse en limpio del gran misterio de la creación. El mismo
sistema de talleres está ya probado para algunos géneros del periodismo, el
cine y la televisión, y en particular para reportajes y guiones. Y sin exámenes
ni diplomas ni nada. Que la vida decida quién sirve y quién no sirve, como de
todos modos ocurre.
Lo que debe plantearse para Colombia, sin embargo,
no es sólo un cambio de forma y de fondo en las escuelas de arte, sino que la
educación artística se imparta dentro de un sistema autónomo, que dependa de un
organismo propio de la cultura y no del Ministerio de la Educación. Que no esté
centralizado, sino al contrario, que sea el coordinador del desarrollo cultural
desde las distintas regiones del país, pues cada una de ellas tiene su
personalidad cultural, su historia, sus tradiciones, su lenguaje, sus
expresiones artísticas propias. Que empiece por educarnos a padres y maestros
en la apreciación precoz de las inclinaciones de los niños, y los prepare para
una escuela que preserve su curiosidad y su creatividad naturales. Todo esto,
desde luego, sin muchas ilusiones. De todos modos, por arte de las artes, los
que han de ser ya lo son. Aun si no lo sabrán nunca.
La Soledad de América Latina
LA SOLEDAD DE AMÉRICA LATINA
Discurso de Gabriel García Márquez al recibir el Nobel de Literatura el
8 de diciembre de 1982 en Estocolmo, Suecia.
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que
acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su
paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece
una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en
el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del
macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara.
Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de
camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que
encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante
enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se
vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el
testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas
de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan
codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y
de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la
Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años
el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos
a otros, y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los
tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas
cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para
pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante
la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras
de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio
áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el
siglo pasado la misión alemana encargada de estudiar la construcción de un
ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era
viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un
metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a
salvo de la demencia. El general Antonio López de Santa Anna, que fue tres
veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna
derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general
Gabriel García Morena gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca
absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de
condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano
Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en
una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para
averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el
alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al
general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en
realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de
esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de
nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En
las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido
desde entonces con más ímpetu que nunca las noticias fantasmales de la América
Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya
terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego.
Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando
solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca
esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar
demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. Ha habido 5 guerras y
17 golpes de Estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios
lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras
tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años,
que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por
motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera
dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala.
Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas y
dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la
identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados
en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas
siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el
continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países
de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en
Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas
en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha
huido un millón de personas: el 12 por ciento de su población. El Uruguay, una
nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como
el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada
cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un
refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados
y emigrados forzosos de América Latina, tendría una población más numerosa que
Noruega.
Me atrevo a pensar, que es esta realidad descomunal,
y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la
Academia Sueca de las Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que
vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes
cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de
desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más
que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y
profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad
desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el
desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos
convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de
nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a
nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos
racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus
propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es
comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí
mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y
que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros
como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas
ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos
libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más
comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres
necesitó 300 años para construirse su primera muralla y otros 300 para tener un
obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de la incertidumbre durante 20
siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aun en
el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos
mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa como soldados de
fortuna. Aun en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los
ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho
mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger,
cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas
Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu
clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más
justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La
solidaridad con nuestros sueños no nos hará sentir menos solos, mientras no se
concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de
tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un
alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de
independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental. No
obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias
entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra
distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en
la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas
tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los
europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un
objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la
violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de
injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3
mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han
creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras
fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a
merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de
nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el
abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las
hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los
siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la
muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de
nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar
siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en
los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América
Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente
poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres
humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que
han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner
dijo en este lugar: “Me niego a admitir el fin del hombre”. No me sentiría
digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de
que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que
él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple
posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo
el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que
todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es
demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y
arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la
forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y
donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para
siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Discurso del escritor, el 8 de diciembre de 1982, al
recibir el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, Suecia, que reproducimos en
ocasión del trigésimo aniversario de esa histórica entrega.
Puede escuchar el discurso en: https://www.youtube.com/watch?v=dDCz8iiNLAQ
Etiquetas:
Gabriel García Márquez,
La Soledad de América Latina
martes, 25 de marzo de 2014
Seguridad vial para niños y niñas
Queridos
amigos,
Mi nombre es Yainire Elorza y soy redactora de www.losmaspequenosyseguridadvial.com y www.ninosyseguridadvial.com, dos webs de educación vial para niños de 3 a 5 años y de 6 a 11 años
respectivamente, promovidas por el Instituto de Seguridad Vial de Fundación MAPFRE.
FUNDACIÓN MAPFRE ha creado tres nuevos libros de seguridad vial y educación en valores que puedes pueden resultarte interesantes para tus actividades o tu blog. Estos libros ya están disponibles en formato pdf en nuestras webs y son totalmente gratuitos. Cada libro está adaptado a una etapa educativa, para apoyar la educación vial de alumnos desde los 3 hasta los 16 años. Todos han sido escritos por Alfredo Gómez Cerdá, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2009, e ilustrados por Emilio Urberuaga, Juan Ramón Alonso y Teresa Novoa.
Silvia y su triciclo
http://ninosyseguridadvial.com/rincon-de-lectura/silvia-y-su-triciclo/
(3 a 5 años)
Cuando Papá Noel se compró un camión (Puedes encontrarlo en nuestras diferentes webs y es para niños de 6 a 8 años)
http://www.profesoresyseguridadvial.com/recurso/cuando-papa-noel-se-compro-un-camion-libro/ o
http://ninosyseguridadvial.com/rincon-de-lectura/cuando-papa-noel-se-compro-un-camion/
La bicicleta crecedera de Óscar (para niños de 9 a 11 años)
http://ninosyseguridadvial.com/rincon-de-lectura/la-bicicleta-crecedera-de-oscar/ o
http://www.profesoresyseguridadvial.com/recurso/la-bicicleta-crecedera-de-oscar-libro/
Policía o fotógrafo para los más mayores (de 12 a 16 años)
http://www.profesoresyseguridadvial.com/recurso/policia-o-fotografo-libro/
También hay cuatro guías didácticas, cada una para una etapa educativa, que puedes descargar gratis en pdf en los siguientes enlaces: guía para educación infantil, guía para 1er ciclo de primaria, guía para 2º y 3er ciclo de primaria y guía para secundaria.
Mi nombre es Yainire Elorza y soy redactora de www.losmaspequenosyseguridadvial.com y www.ninosyseguridadvial.com, dos webs de educación vial para niños de 3 a 5 años y de 6 a 11 años
respectivamente, promovidas por el Instituto de Seguridad Vial de Fundación MAPFRE.
FUNDACIÓN MAPFRE ha creado tres nuevos libros de seguridad vial y educación en valores que puedes pueden resultarte interesantes para tus actividades o tu blog. Estos libros ya están disponibles en formato pdf en nuestras webs y son totalmente gratuitos. Cada libro está adaptado a una etapa educativa, para apoyar la educación vial de alumnos desde los 3 hasta los 16 años. Todos han sido escritos por Alfredo Gómez Cerdá, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2009, e ilustrados por Emilio Urberuaga, Juan Ramón Alonso y Teresa Novoa.
Silvia y su triciclo
http://ninosyseguridadvial.com/rincon-de-lectura/silvia-y-su-triciclo/
(3 a 5 años)
Cuando Papá Noel se compró un camión (Puedes encontrarlo en nuestras diferentes webs y es para niños de 6 a 8 años)
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La bicicleta crecedera de Óscar (para niños de 9 a 11 años)
http://ninosyseguridadvial.com/rincon-de-lectura/la-bicicleta-crecedera-de-oscar/ o
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Policía o fotógrafo para los más mayores (de 12 a 16 años)
http://www.profesoresyseguridadvial.com/recurso/policia-o-fotografo-libro/
También hay cuatro guías didácticas, cada una para una etapa educativa, que puedes descargar gratis en pdf en los siguientes enlaces: guía para educación infantil, guía para 1er ciclo de primaria, guía para 2º y 3er ciclo de primaria y guía para secundaria.
http://www.profesoresyseguridadvial.com/recurso/guia-didactica-de-3-a-5-anos/
http://www.profesoresyseguridadvial.com/recurso/guia-didactica-de-6-a-7-anos/
http://www.profesoresyseguridadvial.com/recurso/guia-didactica-de-8-a-11-anos/
http://www.profesoresyseguridadvial.com/recurso/guia-didactica-de-12-a-16-anos/
Además te recomiendo nuestro Facebook
www.facebook.com/profesoresyseguridadvial y al twitter www.twitter.es/profesysegvial
Recordarte que tenemos muchos más libros en inglés y castellano que también te pueden interesar y que te puedes descargar para Android y Iphone, Ipad y Itouch:
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La Selva de Mario
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Mario's Jungle
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Julia, Penguin and the Spy
http://ninosyseguridadvial.com/wp-content/uploads/2012/09/Julia-Penguin-and-the-Spy.pdf
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Julia, Pato y el Espia
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Te invito a que visites estos recursos si te parecen interesantes y que te animes a darles difusión en tu blog. Nosotros estamos convencidos de que son un buen instrumento para introducir de una forma lúdica a los más pequeños en la seguridad vial. Todos los contenidos se crean teniendo en cuenta las competencias y conceptos a desarrollar en cada etapa educativa o edad teniendo en cuenta los currículos escolares.
Quedo a tu disposición para ampliar la información que estimes necesaria.
Muchísimas gracias por tu atención y tu tiempo.
Un cordial saludo,
Instituto de Seguridad Vial, FUNDACION MAPFRE
info@losmaspequenosyseguridadvial.com
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www.losmaspequenosyseguridadvial.com
lunes, 24 de febrero de 2014
Material didáctico
Haga clic en el siguiente enlace:
Este material, completo y parcial, fue entregado a nuestros
afiliados en físico.
En el 2010 este material didáctico fue creado para la formación de
4800 cuidadores de niños menores de cinco años. En el edusitio de la Dirección
de Primera Infancia del Ministerio de Educación, usted podrá descargarlo en
versión digital. Conozca de qué se trata esta iniciativa.
viernes, 18 de octubre de 2013
Herramientas desconocidas de google
A pesar de que el principal producto de Google es su motor de búsqueda
de contenido en Internet del mismo nombre, hay muchas herramientas que muchos
internautas, a pesar de hacer uso de éste día a día, desconoce.
Según las
estadísticas de la compañía, unos 300 millones de personas utilizan la
herramienta a diario.
Estas son algunas de las características del
buscador no tan conocidas.
10. Calculadora.
La calculadora de
Google es muy poderosa. Además de resolver operaciones matemáticas básicas
(como 5+6 o 3*2), también es capaz de hacer cálculos logarítmicos, sabe cómo
utilizar constantes (como “e”, el número de Euler, y el clásico “pi”), así como
desarrollar funciones seno y coseno.
Google también
puede traducir números en código binario – prueba escribir “10 * 100 in binary”
(debe estar en Inglés), verás el resultado “0b1111101000“.
Al hacer clic en
“Más información”, la ayuda Google explica todo lo que se debe saber sobre la
esta herramienta.
9. Investigación en un sitio específico.
Utilizando la
palabra clave “site:” antes de lo que se desea buscar, hace que Google sólo
devuelva los resultados encontrados en un sitio en particular.
Por ejemplo, si se
busca “site:elespectador política“, sólo se encontrarán resultados sobre
política que ha publicado la página web de El Espectador.
8. Conversiones de unidades o monedas.
Las conversiones de
moneda y de unidades son hechas automáticamente por Google. Por ejemplo, si se
escribe “1.000 pesos colombianos a USD”, da como resultado 0,531 dólares
estadounidenses. También se pueden convertir centímetros en pulgadas o metros
en pies.
El resultado de la
búsqueda es instantáneo, sin necesidad de introducir ningún tipo de conversión
o incluso utilizar la calculadora del sitio.
7. Huso Horario.
Este herramienta es
de muy fácil uso, solo se tiene que escribir “hora en” seguido del nombre de la
localidad, la ciudad o el país que necesita, además de saber la hora local
mostrará el huso horario en que se encuentra.
6. Buscar un tipo de archivo específico.
Para hacer la
búsqueda específica de un archivo como PDF o Word, se puede buscar directamente
escribiendo “filetype:pdf” o “filetype:doc” .
Ejemplo: “Cambio
climatico filetype:pdf” y los resultados de la búsqueda sólo mostraran
resultados para archivos pdf que contengan información sobre el cambio
climático, también funciona en el caso de los MP3.
5. Clima.
Otra herramienta
útil que sirve para conocer el estado del tiempo en cualquier lugar del mundo.
Basta con escribir la palabra “clima”, seguida de la ciudad de la que se desea
conocer el pronóstico del tiempo y Google traerá la temperatura actual en el lugar,
además de la previsión meteorológica para los próximos días.
El sitio también
incluye en el paquete de las posibilidades de lluvia en el tiempo, nivel de
humedad, velocidad del viento y pronóstico de temperatura para las próximas
horas. Toda la información es proporcionada por el sitio web Weather Channel
(El Canal del Tiempo).
4. Exclusión de términos de búsqueda.
Cuando se escribe
un término de búsqueda que tiene un segundo significado o una estrecha relación
con algo más que no es de interés para la averiguación que se realiza, puede
resultar difícil encontrar lo que realmente se quiere. Este problema se puede
solucionar eliminando los resultados irrelevantes con el signo menos (“-”).
3. Indicadores Sociales.
Para verificar
datos que apuntan a indicadores sociales de la región, como el número de
habitantes, la esperanza de vida o el desempleo, también se puede invocar
directamente a Google. De hecho, no se requiere de ningún truco: simplemente se
escribe el indicador que busca, seguido del lugar (“esperanza de vida en
Colombia”).
El resultado de la
búsqueda aparecerá en forma de gráfica, comparando el lugar con países
relacionados o vecinos a lo largo del tiempo. Al ir deslizando el cursor sobre
el gráfico, Google dará el número exacto del índice requerido en un año
determinado.
También se puede
hacer clic en “Explorar Más” en la parte inferior izquierda de la tabla y una
nueva página se abrirá con todas las posibilidades de la investigación sobre
los índices sociales de Google, desde el porcentaje de escaños ocupados por
mujeres en el parlamento nacional, hasta la emisión de CO2 a la atmósfera por
habitante.
2. Definición de las palabras.
Google también
tiene una función de diccionario. El sitio te permite escribir la palabra
“definir” (en Inglés “set”) y luego el término que se desea indagar.
1. “Barrel Roll”
Tal vez el más más
inútil (pero sin duda el más divertido) relacionado con la barra de búsqueda de
Google. Sólo hay que escribir “do a barrel roll” y ver lo que sucede.
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