Tião Rocha El educador, folklorista y antropólogo brasileño cree que la escuela debe liberarse de las aulas y convertirse en un espacio de goce.
Metodología de la diversión. Cansado de la baja calidad educativa y los altos índices de deserción, Tião Rocha fundó en 1984 el Centro Popular de Cultura y Desarrollo de Brasil. Su iniciativa, que promueve un modelo formativo basado en el juego, la danza y la música, ya fue adoptada en más de 10 ciudades de su país como política pública. Rocha fue uno de los invitados al Encuentro Internacional de Educación - Telefónica, que finalizó este miércoles en Medellín.
Metodología de la diversión. Cansado de la baja calidad educativa y los altos índices de deserción, Tião Rocha fundó en 1984 el Centro Popular de Cultura y Desarrollo de Brasil. Su iniciativa, que promueve un modelo formativo basado en el juego, la danza y la música, ya fue adoptada en más de 10 ciudades de su país como política pública. Rocha fue uno de los invitados al Encuentro Internacional de Educación - Telefónica, que finalizó este miércoles en Medellín.
¿En qué falló el modelo educativo tradicional?
En su propósito de “producir” personas para el mercado y no para ser felices. Nos acostumbramos a enviar a los niños, desde que tienen siete años, a una especie de servicio militar obligatorio en el que invierten mucha parte de su vida, pero en esa escuela no hay lugar para el placer ni para cultivar los valores. Con cada grado se está más cerca de ser contratado en una empresa.
¿Cómo hacer de la escuela un lugar para el placer?
Se necesita sacar el aprendizaje del encierro, reemplazar las filas donde los estudiantes sólo ven la nuca del que se sienta adelante por rondas de muchachos que se sienten bajo los árboles y se miren los rostros. La clave es no clasificar en cursos ni concentrarse sólo en contenidos. Los niños pueden aprender todo lo que necesitan para desenvolverse en la vida, a su ritmo y de una manera divertida, jugando, bailando, cantando.
¿Cuál es el papel del maestro dentro de este modelo?
Hay que buscar un equilibrio entre maestro y alumno, acabar con la relación entre el que sabe y el que no sabe, el que manda y el que obedece. Necesitamos educadores convencidos de que una nueva escuela es posible, donde ellos no sean jueces ni dueños de la verdad, sino facilitadores que acompañan procesos.
Hay que buscar un equilibrio entre maestro y alumno, acabar con la relación entre el que sabe y el que no sabe, el que manda y el que obedece. Necesitamos educadores convencidos de que una nueva escuela es posible, donde ellos no sean jueces ni dueños de la verdad, sino facilitadores que acompañan procesos.
¿Cómo educar debajo de los árboles, cuando pareciera que las nuevas generaciones habitan el mundo desde la virtualidad?
La sociedad está tan digitalizada que habrá que encontrar en cada aparato y cada desarrollo tecnológico una posibilidad. Podemos crear redes y rondas virtuales que reúnan causas comunes. Ver las redes como plataformas desde las que se creen motivaciones y se incentive la solidaridad. Esto lo aprendí en Mozambique: los viejos me enseñaron que para educar a un niño es necesario que se involucre toda una aldea. Hoy podemos convocar a toda la aldea global para cuidar el planeta.
Redacción Vivir
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