lunes, 15 de octubre de 2012

Educación Grafomotora

La expresión escrita es de suma importancia en la vida de los hombres y transcendental para el aprendizaje. El proceso a través del cual adquirimos esta destreza sigue una serie de pasos y secuencias que comienzan desde que nacemos y se interrelacionan con muchas  áreas del desarrollo. Los procesos biológicos de crecimiento y maduración conducen a los niños a presentar determinadas características y capacidades, en cada etapa del desarrollo el niño posee una competencia grafomotora específica que le permite realizar determinados trazos.

En un principio el niño disfruta con el trazo espontáneo y lo realiza desde una edad muy temprana. Conforme avanza en su desarrollo y maduración los trazos adquieren mayor complejidad, de tal forma que la educación grafomotora  se considera una especialización de la maduración instrumental, necesaria para aprendizajes futuros y basada en el tratamiento adecuado del niño desde los primeros indicios del descubrimiento del mecanismo grafomotor, hasta el logro de la comunicación escrita.
Para ayudar a un correcto desarrollo de la destreza grafomotora hay que presentar a los niños estímulos acordes a su edad y desarrollo,  a través de ejercicios que cuenten con la suficiente repetición para establecer de manera adecuada  la competencia esperada en cada nivel.

De esta manera, la educación grafomotora está considerada como la correcta conducción del niño, desde el momento que descubre el mecanismo grafomotor, hasta que consigue dominar la comunicación escrita. Ambos momentos se consideran pasos de un mismo proceso. Desde luego se deben considerar aspectos intermedios como la maduración y la especialización en el manejo del instrumento de escritura.  Hay que poner al alcance del niño diferentes actividades y ejercicios que impulsen la maduración neuro-motora y la  perceptivo -motriz , siempre adecuados a su nivel madurativo que lo ayuden a desarrollar sus habilidades grafomotoras y una correcta representación de los signos ideográficos y alfabéticos, con el objetivo de conseguir la representación escrita de la lengua.

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