¿Qué hacemos ante…?
El niño que habla poco
El caso Hay niños
que al comenzar el colegio hablan muy poco. A los dos o tres meses se adaptan a
la nueva situación y no paran de preguntar y participar en clase, pero a otros
alumnos les cuesta más.
Alberto tiene
cuatro años, es un niño tranquilo y poco comunicativo.
Comenzó el colegio
el año pasado, presentando pequeños problemas para relacionarse con sus
compañeros, aunque fue superándolos a medida que avanzó el curso.
En clase, Alberto
es un niño muy trabajador y se interesa por todas las cosas. Cuando habla tiene
pequeños fallos de pronunciación que son normales teniendo en cuenta su edad.
Sin embargo,
utiliza un vocabulario reducido y unas estructuras sintácticas muy simples. Su nivel
de comprensión del lenguaje es bueno, entiende perfectamente todas las
explicaciones. Cuando su profesora le pregunta responde correctamente aunque
necesita cierto tiempo para contestar.
Es en las actividades
de grupo donde Alberto manifiesta mayores dificultades para comunicarse. Parece
que sus compañeros son más rápidos y más hábiles que él a la hora de
expresarse.
Alberto no suele
hacer preguntas ni comentarios en clase. Muchas veces, la profesora le utiliza
como ejemplo de buen comportamiento para los niños más charlatanes y
revoltosos.
Los padres de
Alberto están preocupados por lo poco que habla su hijo. Creen que no han
prestado suficiente atención a su lenguaje. Se sienten un poco culpables por
haber pasado muy poco tiempo con Alberto debido a sus trabajos.
¿Qué podemos hacer?
En una clase de
veinte o veinticinco niños siempre encontramos diferencias entre ellos. Hay
alumnos más participativos, más alegres, más tímidos… Nuestra labor como
educadores es conseguir desarrollar al máximo las capacidades de cada alumno.
Para ello, debemos prestar atención a niños como Alberto, que no ocasionan ningún
problema en clase y suelen pasar desapercibidos.
En este caso, es
importante hacer que todos los niños hablen y participen durante las
actividades. Tenemos que hacer preguntas abiertas para no limitar a una palabra
o monosílabo las respuestas de los alumnos y dejarles tiempo para contestar.
Para conseguir que
Alberto se exprese con mayor fluidez debemos organizar juegos en pequeños
grupos, evitando que sea un solo niño el que acapare toda la conversación.
Pediremos la
colaboración de los padres de Alberto para que conversen con él y lean juntos
cuentos en casa.
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